Los ojos de los niños palestinos desnutridos y desesperados con sus miradas tristes y hambrientas, donde más que mirar, lo que hacen es reflejar el dolor del hambre y del horror que están viviendo. Me llegaron al corazón y humedecieron los míos de rabia e impotencia. No mueren de hambre porque no tengan comida, mueren de hambre porque Netanyahu, con la ayuda y dejación de todos sus cómplices, entre ellos muchos de nuestros representantes, se la prohiben.

Siempre pensé que un genocidio era el peor crimen que se puede cometer pero si, además para realizarlo utilizan el hambre, creo que sobrepasa todos los grados de maldad imaginable.

¿Qué insensibles, mediocres y cobardes nos están representando que son incapaces de romper relaciones y presionar con todos los medios a semejante genocida? ¿Cómo van a ser capaces, después de permitir el más cruel de los crímenes, hablarnos de justicia, del bien y del mal, de la ética o de cualquiera de los valores del ser humano? ¿Qué acción terrorista van a poder condenar, después de permitir una atrocidad así?

Cuando los partidos que representan a la mayoría de la sociedad han perdido toda empatía y sensibilidad, cuando son incapaces de cumplir sus obligaciones con los Derechos Humanos y la Justicia Internacional, cuando se llenan de hipocresía y sólo les preocupa la intención del voto y una apariencia falsa y sin valores, es cuando tenemos que gritar hasta quedarnos afónicos “no nos representáis” “no nos valéis “. Recordando con nuestros votos a esos partidos políticos los ojos de esos millones de palestinos que no quisieron defender.