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Una persona, un voto y el mismo valor

Una vez finalizado el recuento electoral y visto el reparto de escaños que da de sí la Ley D'Hont, ha vuelto a quedar claro el sesgo conservador del actual sistema electoral, en el cual el Partido Popular ha sido históricamente el más beneficiado, al concentrarse sus potenciales votantes en provincias despobladas del interior del país. Que en la noche del 20-N dieron su mejor muestra al conseguir el PP los 186 escaños, cuando de haberse aplicado la proporcionalidad de una persona un voto, que demandan los indignados, se hubieran quedado en los 160 diputados y sin mayoría absoluta.

En lo que cabe decir que a pesar de la difundida idea de que el PSOE y los nacionalistas son los otros grandes beneficiados de la situación, y de ahí su inmovilismo. No lo son tanto cuando pensamos que el PSOE hubiera sacado solo siete representantes menos, que no hubieran cambiado en nada su mala situación, y que los nacionalistas, por su parte, solo hubieran perdido dos congresistas de Amaiur y otro de CIU, compensándolo por los cuatro que hubieran conseguido el BNG, ERC, PRC y los andalucistas.

Mención aparte merecen los partidos minoritarios de ámbito nacional, como IU, UPyD o Equo. Que para sacar un asiento en el Congreso necesitan una horquilla que va de los 228.048 votos de UPyD a las 152.800 papeles de Izquierda Unida, que harían que estos partidos, con una ley proporcional, pasaran de cinco a diecisiete congresistas, y de once a veinticinco, por lo que ya es hora de tener una ley electoral justa, para que las ideas de todos los ciudadanos/as valgan por igual.