No sé por qué se utiliza esta expresión del número trece, pero existe. Lo más horrible que veo yo ahora es que los políticos quieren seguir actuando como si no hubiese pasado nada. ¿Dónde está esa capacidad instantánea de adaptación? ¿Acaso no ha sucedido nada a nivel de la economía occidental? ¿Queremos seguir con los ojos cerrados como los murciélagos?

El detalle más significativo de que las personas son como los animales es ver que todavía ciertos mítines tienen aire de fiesta. Con esa parafernalia tonta de un colorido infantil y de un ritual para niños de hace cuatro siglos. ¿Es verdad que el Partido Popular tiene en su mano la capacidad para modificar esta terrible inercia de retroceso que han tomado las cosas? Y, si sólo está en su mano la representación de tomar más decisiones dolorosas, ¿por qué se van a atrever a celebrar la victoria? Mejor hubiera sido que hubieran dicho: "vamos a irnos todos a casa en silencio, con un infinito respeto a este momento tan doloroso y delicado para tantas y tantas personas. No vamos a hacer jilipolleces, como si de verdad los hombres, mujeres y niños de este país fuesen nuestros esclavos".

Si no empezamos con una actitud como ésta, será que nos merecemos todavía un dolor más profundo como colectivo de seres. "Un político, un sacerdote". Hasta que no comprendamos lo que quiere decir esto, tendremos un mazo encima de nuestra cabeza.