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Solidarios

Un ejemplo a seguir, eso es lo que son nuestros discapacitados. Porque son los primeros que van a contribuir real y monetariamente, por supuesto antes que la banca y otros entes, a salir de esta manida y dura crisis. ¿Que alguien no se lo cree? Puede consultarlo en el Decreto-Ley Foral 1/2011 de 6 de octubre y salir de toda duda.

Hasta la fecha, entre algunas asociaciones, colaboradores, voluntarios y familiares, sin olvidar el magnífico trabajo de una parte del personal del denominado Bienestar Social, estas personas limitadas en su movilidad, en su visión o en su capacidad mental han podido disfrutar de una forma de vida tan sólo digna y, aunque aquello de la integración social es más filosófico que práctico, aunque integrar a los discapacitados ha derivado en rentables campañas publicitarias y aunque el voto de los discapacitados valga lo mismo sin poder depositarlo en la urna por sí mismos, lo cierto es que han vivido momentos felices y han podido sonreír en alguna ocasión.

No se puede permitir que un discapacitado sonría en tiempos tan difíciles y las preclaras mentes que gobiernan nuestro rumbo, por supuesto muy a su pesar (puro sarcasmo), han decidido que lo más importante para una verdadera integración es recortar media sonrisa, reducir su felicidad y destinar el derroche del bienestar a sueldos y otros enseres imprescindibles.

Así que, definitivamente, los discapacitados nos van a sacar del pozo económico. Esta vida da muchas vueltas. Ayer eran objeto de demostraciones caritativas y hoy, siempre lo han sido pero a partir de hoy más, son héroes solidarios a la fuerza y un pilar de sustentación de una sociedad insensible.

Por lo visto, para alguien estaba resultando notoria y escandalosamente favorecida la condición de minusvalía y, en términos de pura justicia, no había otro tito para tocar. Conociendo el origen de la idea, no nos sorprende en absoluto y nos hace sentir vergüenza ajena.