Ayuda más en el camino de la reconciliación un perdón adelantado que un perdón exigido.

He querido empezar con este principio, pues fue realidad y yo lo presencié en el funeral por el marido de una amiga hace años muerto en manos de ETA, de un tiro y en el momento donde el dolor y el sufrimiento estaban a flor de piel, casi, casi sin digerir. Por lo cruel e inesperada muerte.

La mujer, en ese momento, solemne y públicamente ante el pueblo y las autoridades, perdonó a los asesinos de su marido. Causó un impacto profundo a todos. Lo que la mayoría esperábamos era un alegato a la venganza, que hubiera sido lo normal, pues, no, se salió de toda norma, a sabiendas de que hubiese sido comprendida, pues no. Rompió todos los esquemas, dejando sin argumentos a los que querían adherirse a su venganza.

Con todo esto no quiero hacer agravios comparativos con otros que han sufrido este azote, pues solo habiendo pasado por una experiencia igual se puede opinar. Sigue mi respeto profundo por las víctimas, y a todas sus reacciones generadas por tal brutalidad. Dicho esto, a mí me surge una inquietud. Ante tal magnitud de dolor de tantos años, cómo reconducir dicho dolor para que se convierta en vehículo de reconciliación.

Insisto que a los que han sufrido directamente tanto de un lado como de otro, no me atrevo a decir nada, me acerco en silencio, comprendiendo su dolor y respetarlo, hasta ahí llego. Pero lo que me parece casi, casi indecente es los que se aprovechan de ese dolor y lo rentabilizan en rédito propio. Esa actitud, junto la bandera que se enarbola pidiendo justicia, cierra herméticamente todo camino hacia la reconciliación. Es más, no buscan aliviar ese dolor sino que lo perpetúan. Como se dice vulgarmente, se convierten en animales carroñeros.

Las gentes que llevan ya años trabajando por esa reconciliación, y son muchos, aunque no salgan en la prensa, pues no interesan demasiado, no resultan rentables, les avala estos principios, o talante. Primero, el respeto, la comprensión y el silencio.

Me gustaría formar parte del grupo de la reconciliación y acercarme al dolor de todas las víctimas de un lado y del otro, con esta actitud.