En los tiempos que corren no es infrecuente que los prestadores de servicios públicos, aún conociendo sus obligaciones, se nieguen a cumplir con ellas si eso les cuesta dinero. Este tipo de actuaciones, muy a mi pesar, vuelven a dejarnos a las personas con discapacidad en un segundo o tercer plano.

Todo esto me hace agradecer a la Mancomunidad, a TCC y a Indra la implantación del sistema de audiodescripción de los recorridos de los autobuses para personas ciegas y deficientes visuales. El pasado mes de noviembre registré una instancia mediante la que solicitaba la puesta en funcionamiento del servicio, argumentando a propósito de la obligación jurídica de su puesta en funcionamiento, y sobre la necesidad real de un sector de la población al que estos servicios le resultan vitales para su desempeño profesional y su desarrollo personal.

Tras algunos contactos con la Mancomunidad y la empresa adjudicataria del servicio, TCC, en un plazo más que razonable el servicio funciona, al menos en las líneas donde lo solicité. Por ello, me gustaría agradecer la actuación de ambas. Esto al menos ha servido para que tanto yo, como mi esposa, ambos deficientes visuales severos, podamos desplazarnos con autonomía por la ciudad.

Por último, no quiero olvidar la importante labor que han desempañado algunas instituciones como Cormin y la ONCE para la implantación del servicio. Ambas han colaborado con la Administración para que lo que hoy es una realidad haya podido serlo.

No quisiera que con esto la Mancomunidad fuera conformista y pensara que el trabajo está hecho. La realidad es dinámica, y su actuación también debe serlo, y las necesidades de los ciudadanos son múltiples. Por ello, le quiero agradecer lo hecho y pedir que continúe con el camino emprendido de forma que mi compañero Mikel, usuario de silla de ruedas, pueda tirar la basura en un contenedor adaptado, o muchos otros conciudadanos puedan hacer efectivo su derecho de vida independiente, al igual que hacen gran parte de los ciudadanos.