A Pedro Otaduy, in memoriam.

Te nos fuiste, en la ambivalencia de los héroes griegos, superadas, una a una, las pruebas que el destino te iba señalando. Valeroso, tenaz, imprudente. Siempre supiste, sin embargo, cuál era el hilo a seguir para salir del laberinto antes de enfrentarte, al fin, a la terrible medusa y cortar su cabeza. Y a tu paso, muchos quedaron petrificados al borde de la historia, mientras regresabas a tu reino. Pero incluso entonces, Perseo reencarnado, supiste renunciar también al reinado legítimo por el bien de los tuyos y emigrar a las tierras de Argos, entrando en la poderosa Micenas por la puerta de los leones.

Quienes intentaron humillar tu cuello, hundir tu cabeza, los wanax y lawagetas, pasarán solamente, no sé si triunfantes o cabizbajos, entre los leones de San Jerónimo.

Eskerrik asko, Pedro.