Si quiere comprobar lo conquistado no tiene más que darse una vuelta por el campo y observar. Mirar a las plantas, a la fauna silvestre, al cielo para ver el paso de las aves, a los ríos y regatas para ver su caudal, a la naturaleza y comprobará que gracias al hombre hemos conseguido modificar todos los equilibrios naturales. A lo largo de mi vida, en 51 años, jamás había conocido lo que sucedió el año pasado en nuestra comarca, la Baldorba, cuando fue posible recolectar la cosecha en primavera y sufrir durante 20 días consecutivos los azotes del viento norte con unas inusuales bajas temperaturas y el xiri miri, un hecho muy extraño si sucede en el mes de julio, como el año pasado. Para continuar con unos meses sin precipitaciones que lograron batir un nuevo récord y llegar a diciembre con el río Zemborain a su paso por Iratxeta, seco. Además de ver florecer los rosales en enero y contemplar las grullas volar hacia el sur el día 20, un mes después de comenzar el invierno.
Lo siguiente será que las especies animales cambien sus períodos de gestación, poniendo en grave riesgo su supervivencia. Hasta ahora nos sonaba a cuento chino lo que nos repiten los conservacionistas en torno al riesgo que supone para el ecosistema la desaparición de especies animales. En cambio ahora se puede dar, si no lo remediamos, en nuestro territorio, y sería muy triste contemplar nuestros montes y ríos sin ninguna forma de vida. Por tanto, si no dejamos de utilizar el petróleo, el carbón y la energía nuclear, como fuentes exclusivas de energía, no estará muy lejano el día en que nuestra propia especie corra el riesgo de extinción.