Este año se celebra el décimo aniversario del proyecto conjunto entre la Facultad de Educación de la Universidad de Navarra y Psicología y la Fundación Ilundain que nació fruto del interés compartido por crear espacios de aprendizaje y colaboración real entre estudiantes universitarios y jóvenes en formación. Se trata de una actividad desarrollada por los alumnos de 4º de Pedagogía de la asignatura Fundamentos y Estrategias de Actuación Socioeducativa II impartida por la profesora Sarah Carrica. “Apostamos por una metodología basada en el aprendizaje-servicio, donde los alumnos pudieran aplicar lo aprendido en el aula, en un contexto real y con una finalidad social. La colaboración con la Fundación Ilundain Haritz-Berri fue natural: compartimos una misma mirada educativa, centrada en la equidad, la inclusión y el reconocimiento de cada persona” señala la profesora.
A lo largo de estos 10 años, han participado en el proyecto más de 300 alumnos y más de un centenar de jóvenes de la fundación. “Esta actividad ha conseguido su objetivo principal que era lograr un aprendizaje mucho más allá de lo académico que sirviese para romper prejuicios, cuestionamiento de estereotipos y de generación de vínculos auténticos”, asegura la profesora.
Una experiencia que deja huella
Este año la actividad ha girado en torno al “talento” entendido “no como algo excepcional o limitado a unos pocos, sino como algo diverso, cotidiano y presente en todas las personas. Nos proponemos visibilizar y reconocer los talentos individuales y colectivos de cada participante, cuestionando miradas normativas o estandarizadas sobre lo que se considera "valioso", explica Sarah Carrica. A partir de esa idea este curso se han desarrollado actividades y dinámicas que reforzarán la autoestima y fomentarán la expresión, construyendo vínculos positivos entre los participantes”.
En este contexto, para los jóvenes de la Fundación, esta actividad es también una oportunidad valiosa. “Se sienten protagonistas, escuchados y reconocidos. Muchas veces, no están acostumbrados a tener espacios donde se valore su voz o su experiencia vital, y en este proyecto se convierten en el centro del proceso” señala la profesora, y añade “el hecho de compartir experiencias con estudiantes universitarios, de igual a igual, les permite fortalecer su autoestima, descubrir nuevas formas de expresarse y ampliar su mirada”.
En el caso de los alumnos organizadores, esta actividad les permite poner en práctica lo aprendido en el aula. “Tienen la oportunidad de conocer de primera mano ámbitos de la educación social que no siempre se abordan con profundidad durante la carrera, y eso amplía su visión profesional y personal. Se convierten en educadores en proceso, que no solo enseñan, sino que también aprenden de los jóvenes con los que trabajan”, aporta. Sarah Carrica destaca además el componente lúdico y vivencial del proyecto, que favorece la implicación y el disfrute de todos los participantes. “En definitiva, es una experiencia que deja huella en ambas partes”.