Estos días se festeja que el Estado español haya recuperado 17 toneladas de monedas de oro y plata provenientes de una fragata colonial. Hay cosas que no cambian tanto. Hoy se siguen extrayendo minerales desde los países del Sur con graves impactos sociales y ambientales destinados al consumo europeo. Esto genera una deuda ecológica sin precedentes. Pero la Historia se repite más de lo que pensamos. En aquella época, las riquezas expoliadas no solo implicaron exterminio y saqueo. Alimentaron también la acumulación primaria de capital. Sin esta, la revolución industrial nunca hubiera sido posible, tal como lo analizó Marx. "El Reino español tenía la vaca, pero otros tomaban la leche" refiere Galeano en Las Venas abiertas de América Latina. La Corona estaba hipotecada y cedía por adelantado casi todos los cargamentos de plata a los banqueros alemanes, flamencos y españoles. Lo mismo ocurría con los impuestos recabados en aquella época. Se mantenía así al pueblo en la pobreza, mientras que la aristocracia despilfarraba ilusiones de prosperidad. ¿Les suena? Hoy poco parece importar que más del 60% de las deudas españolas sean de los bancos y de las empresas. A la hora de pagarlas, también se expolia de sus derechos más básicos a las/los habitantes del Estado español. En este contexto, respaldamos la legítima demanda de Perú que reivindica el tesoro, recordando además que su restitución es un mínimo frente a la nunca reconocida deuda histórica con América Latina. Sostenemos también a la sociedad civil organizada, que ha iniciado una campaña por la auditoría de la deuda a nivel estatal porque también recordamos que el pueblo no tiene por qué pagar las deudas de la élite.