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Manejar las emociones

¿La ansiedad o la tensión se han hecho presentes en nuestras vidas? No sigamos alimentándolas o permitiéndoles que tomen el control. Es el momento de parar, recapacitar y dar gracias a la vida por el mensaje que nos envía. La persona que nos hace sentir mal solo es un instrumento del universo que nos alerta para tomar conciencia de nuestros puntos débiles. Si sentimos ira, tristeza, temor, abandono o injusticia, bienvenidas, es el momento de mirar en nuestro interior y descubrir qué está causando estas reacciones.

Cuando en medio de una experiencia no encontremos ningún motivo para dar gracias, demos gracias con la confianza de que esta es la mejor opción de todas. Muchos hemos pasado por momentos difíciles en nuestra vida en los que podemos quedar descolocados. Los esquemas mentales que teníamos sobre la vida y los valores espirituales en los que creíamos se vienen abajo, hundiéndonos en la confusión, en la frustración, en la impotencia, en la rabia, en el dolor y en la desesperanza. En una situación de este tipo, odias que alguien venga con buenas palabras o a darte consejos. Es algo que has de enfrentar por ti mismo/a, aceptándolo e integrándolo en tu vida, y cuanto antes lo hagas, mejor. Seguro que al hacerlo vas a crecer como persona y la evidencia es que sentirás paz interior. Cualquier otra alternativa es destructiva a corto o a largo plazo, porque se enquista la amargura, y con ella un repertorio de emociones negativas que pueden resultar en ruina moral, física y social.

Inunda tu vida de gratitud. Los sentimientos que produce la gratitud son la plenitud, el sentirse afortunado, el conectar con la mejor cara de la realidad, el encontrarse por encima de las circunstancias sin que estas puedan afectar al estado de ánimo, el sentirse realmente feliz... Siempre hay un motivo para dar gracias en cualquier situación. Podemos convertirnos en especialistas en descubrirlos y apropiarnos de ellos. Ante todo, obedece a tu cuerpo. ¡Ama!