Según están transcurriendo los acontecimientos los ciudadanos pueden hacer su propia valoración. El problema de la sanidad es una decisión política con gran carga ideológica. Su consecuencia más inmediata son unos presupuestos en los cuales el Gobierno UPN-PSN no apuesta por la sanidad pública y cada día que pasa sigue sin hacerlo. Su única apuesta clara es hacer más por menos, que ellos mismos no se aplican (léase aumento salarial del 33%). Que no nos haga trampas el SNS-O ya ha quedado en evidencia varias veces con respecto a los datos sesgados e interesados para justificar sus planes y decisiones.

Es muy duro para los trabajadores de sanidad conocer reiteradamente el concepto que tiene de sus trabajadores nuestra consejera Marta Vera y, de verdad, la sanidad pública funciona gracias a los profesionales que somos la gran fortaleza del sistema y a pesar de las direcciones? Sería muy deseable, por tanto, que nuestra consejera se acercara y reconozca a los empleados públicos, necesarios para acometer los tiempos de crisis, apostando por el sostenimiento del sector público, porque hasta la fecha paradójicamente solo le hemos escuchado las supuestas bondades de lo privado. Cada vez hay más voces que demuestran que lo público no es más caro y es mejor y con garantías de calidad, equidad y universalidad. En este sentido, los países nórdicos, prototipo de Estado de bienestar, son claros ejemplos de su decidida apuesta e inversión.

La señora Barcina ha traído gestores al SNS-O y por lo visto no les pagamos para tal fin, sino más bien para desmantelar el sistema. Tengo esperanza (algo tengo que tener) de que el PSN reaccione y demuestre con hechos el discurso que tanto a nivel estatal como interno pretende trasladar. El informe de cocina del Complejo Hospitalario elaborado por la Cámara de Comptos, además de las propuestas sindicales al respecto, les brinda una oportunidad de oro, que haga creíble ese discurso.

Sé que la sociedad en general y los trabajadores en particular están contraídos, tristes y con miedo; pero es la hora de despertar. Mayores: nos quitan todo lo conquistado con la lucha y el trabajo; jóvenes: en el paro o al extranjero, porque aquí no hay futuro; parados: olvidados, despojados de la dignidad obrera y derecho al trabajo y encima ahora obligados al voluntariado; trabajadores en activo: volvemos a la esclavitud; empleados públicos: desprestigiados y casi criminalizados. Yo acabaría diciendo: ¡despertad! La calle es nuestra.