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¿No hay dinero?

No hay dinero, se desmantela la sanidad pública, dicen que no es posible mantenerla como está, que es un lujo. La verdad es que mientras esto sucede se están dilapidando fondos públicos, entregándolos a empresas privadas. También en la enseñanza hay recortes, si bien se aumentan las ayudas para los centros concertados.

No hay dinero, se nos dice. Los bancos están demasiado endeudados y no pueden conceder créditos ni a las empresas ni a las personas. Pero el Estado sí tiene dinero, miles y miles de millones para seguir conteniendo este sistema que ahoga y nos ahoga, porque ahora es el Estado, todos y todas nosotras, el endeudado.

No hay dinero. Se nos pide que rebajemos el nivel de vida para mantener a flote la economía del país, pero la inmensa mayoría de personas cada vez son más pobres y unos pocos cada vez son más ricos: especuladores, banqueros, negociantes de economía que ven aumentar su riqueza y poder con la crisis.

Están en juego centros de mayores, residencias, escuelas infantiles, centros de Formación Profesional, bibliotecas, centros culturales, programas de todo tipo: deportivos, de inserción social, exposiciones, publicaciones? Si se llega a perder todo esto, nos haremos un poco más pobres.

La feminización de la pobreza es también una realidad, fruto de todos estos recortes a nuestro Estado de bienestar, con los que en muchas ocasiones las mujeres resultan las más afectadas, y fruto también de los ataques a los avances logrados en materia de igualdad y en defensa de los derechos de las mujeres. Así, reducen los presupuestos destinados a Políticas de Igualdad, la Ley de Autonomía Personal y la Ley de Derechos Sexuales y Reproductivos, reducen los presupuestos destinados al mantenimiento de los Centros de Atención Integral a las Mujeres; reducen los presupuestos en programas educativos y preventivos de la violencia de género; incumplen las leyes de igualdad en cuanto al uso del lenguaje no sexista y a la obligación de los poderes públicos de integrar la igualdad real de mujeres y hombres en todas sus políticas?

Si hay un rayo de esperanza en este sombrío panorama, es la globalización de las protestas contra este sistema económico que tanta pobreza y desigualdad crea. Más personas y en más lugares, que están dispuestas a decir: ¡basta!