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Carta a Atila, rey de los hunos

El rey de los hunos. Donde pisaba su caballo no crecía la hierba. Se comportan como tal la señora gobernadora de Madrid en Navarra y la presidenta de todos los navarros, Yolanda Barcina, justificando, "porque hay que cumplir la ley", el precinto por la Guardia Civil de un repetidor (en pleno siglo XXI) que han pagado ciudadanos particulares para poder ver EITB, la televisión vasca.

Se comportan con sus pobres súbditos como esos policías municipales, como esos otros policías nacionales y guardias civiles que, en cualquier situación más que confusa, a escondidas y a muy mala cara, los detienen. El ciudadano de turno, atropellado y reducido, les interpela: "¿Ustedes están para ayudarme o para joderme?

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en el año 1980, nada sospechoso de falta de integridad, en una carta abierta al Tribunal Supremo de España, les dice, entre otras cosas: "Las leyes injustas deben ser desobedecidas hasta su total nulidad".

Señoras nuestras, no se preocupen tanto por nosotros, los vascos. Seguiremos adelante a pesar de ustedes. Tarde o temprano cogerán las maletas y se irán de sus cargos como los malos vientos y peores tormentas. Nosotros permaneceremos aquí. Somos un pueblo obstinado y tenaz. Por eso precisamente nos avalan más de veinte millones de años de supervivencia en esta tierra. Somos el pueblo más viejo de Europa, a pesar de gente como ustedes.

Atila, el rey de los bárbaros, les saluda. Agur.