Historia de la austeridad
En noviembre de 1864 la Historia iba a brindarnos un encuentro virtual entre dos personalidades aparentemente opuestas. Karl Marx dirigió una efusiva carta de felicitación al entonces presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, con motivo de su lucha contra la esclavitud. Este pequeño acontecimiento no deja de ser anecdótico si lo ponemos en relación con acontecimientos posteriores, aunque por otro lado supone un ejemplo perfectamente válido en nuestros días.
En aquella América dislocada donde chocaban dos formas de concebir la unión política y económica, seguía habiendo lugar para los principios. La industria algodonera norteamericana era próspera, superando a las producciones egipcias que hasta entonces dominaban el mercado. Los estados del sur conocían sobradamente las ventajas de la mano de obra barata, hasta que el presidente republicano lanzó una auténtica bomba: abolir la esclavitud. No nos cuesta nada cerrar los ojos e imaginar la reacción del gran capitalismo confederado, al escuchar semejante propuesta.
Sus justificaciones no diferían mucho del discurso que nos brinda actualmente el matrimonio Merkozy. Los viejos hacendados de Luisiana o Alabama habrían tratado por todos los medios de hacer entrar en razón al presidente de la Unión, con el clásico argumento de los mercados. En efecto, sin esclavitud, la mano de obra sería más cara, los beneficios caerían y los precios subirían, iniciando una peligrosa reacción en el sector textil. Llegados a este punto, no quedaba más remedio que escoger entre preservar el beneficio de unos pocos o procurar la libertad de muchos.
Cuesta creer que en pleno siglo XXI corrijamos a aquellos que sembraron los cimientos de la sociedad moderna, anteponiendo la seguridad de la minoría a los derechos de la mayoría (máxime cuando tal principio viene apoyado por las urnas). En aquella ocasión quedó bien demostrado que apostar por el bien común era el futuro, y no el pasado como pretenden hacernos creer. ¿Desharemos el camino que ha convertido a nuestro hemisferio en vanguardia mundial? No son las medidas concretas lo que más debe inquietarnos, sino la vuelta a una mentalidad pre ilustrada donde la igualdad/libertad vuelve a ser considerada una amenaza.