Resulta curiosa esta expresión que utilizamos cuando alguien evita saludarnos, y pensamos que se ha hecho la vista larga cuando realmente debiéramos decir que se ha hecho la vista corta, dado que este defecto de la vista, conocido por miopía, tiene menos posibilidades de ver a distancia que el que tiene la vista larga.
Podríamos considerar que tienen vista larga los que, disfrutando de informaciones privilegiadas, hacen pingües negocios, circunstancia que se da con frecuencia en ámbitos políticos.
También utilizamos la expresión de falta de vista, cuando un portero de fútbol deja entrar en su meta el balón pensando que iba fuera. Precisamente es en el fútbol donde más se dan las vistas largas y las cortas, siendo los árbitros los que debieran pasar con más frecuencia un examen oftalmológico, evitando así los frecuentes escándalos que se dan en ocasiones cuando a un colegiado se le ocurre anular un gol injustamente.
Hoy los negocios cada vez están más difíciles y frecuente es el escuchar a los pequeños comerciantes las siguientes expresiones: ¡No veo un duro!, que hoy equivaldría a decir: ¡No veo tres céntimos de euro!, dado que son las grandes superficies comerciales las que se quedan con todo, al disfrutar de una vista para los negocios, considerada como vista larguísima.
Pero si en el deporte y en los negocios la vista es fundamental para el logro del éxito, la vista es imprescindible y debiera ser obligatoria, cuando no extraordinaria, para los que dirigen la Administración, pues la miopía de un político puede dar al traste con la economía de todo un país, aun cuando la mayor parte de sus empresarios gocen de una muy buena visión.
Es imprescindible, por tanto, desarrollar nuestra vista, haciéndola lo más larga posible, cuando nos den la opción de elegir a los representantes que nos van a gobernar.
Hay que fijarse bien en que no sean mal encarados, porque normalmente la cara suele ser es el espejo del alma.
Antxón Villaverde Bengoechea