Esta carta es para dar las gracias tanto al conductor del autobús de la empresa La Conda que hizo el recorrido Pamplona-Donosti el lunes día 5 de agosto a las 9.30 horas, como al personal de taquilla, por su amabilidad, empatía y profesionalidad.
Esa mañana, un hijo mío menor de edad junto con tres amigos iban a pasar el día a Donosti. El billete de autobús de ida y vuelta que sacaron dos días antes resultó que al emitirlo, el empleado/a de La Conda, erróneamente a dos de los billetes les puso fecha del día 4 de agosto, los otros dos billetes que se compraron antes llevaban correctamente anotada la fecha. Ni mi hijo ni yo, que también vi los billetes el mismo sábado por la tarde, nos percatamos de ese detalle.
Bien, el 5 de agosto, antes de las 9.30 horas, mi hijo junto con sus amigos se suben al autobús sin que se les ponga ninguna traba ya que no se comprueba el localizador del billete. Poco antes de salir el autobús llegan los poseedores de los billetes de los asientos que ocupan mi hijo y una amiga, con lo que el chófer del autobús les hace bajar y les dice que esperen abajo, van a ver qué ocurre. Los chicos, obedientemente, se bajan, y cuando están en el andén el autobús arranca y los deja en tierra. Reclaman en ventanilla, y como allí tienen un letrero tamaño folio, medio caído, en el que pone que se comprueben los billetes en el momento de la compra y que no se admiten reclamaciones posteriores, no tienen nada que hacer (la ley les amparará, pero la decencia, no).
El chico nos avisa, va su hermano mayor, pide las correspondientes explicaciones y, por supuesto, le dicen lo mismo. Mi hijo trata de hacer entender a la persona de la taquilla que ellos han cometido tres errores: 1º Expedir mal el billete. 2º No controlar la subida ni el localizador del mismo, y, por último, hacerlos bajar del autobús haciéndoles creer que iban a intentar solucionar el problema mientras que su hermano solo uno, no comprobar los datos del billete; eso le cuesta quedarse en tierra.
Se intenta que le cambien los billetes por otros para el siguiente autobús, por supuesto, se niegan. Se pregunta si el día anterior no comprobaron que esos asientos iban sin ocupar. Contestación : "¡Si hombre! 5 autobuses que salieron ayer a las 9.30 vamos a comprobar si van todos o no, si le parece llamamos para ver por qué no han venido". Muy buena respuesta, por cierto. Solución, pagar dos billetes para el siguiente autobús, poniendo la correspondiente reclamación.
Me pregunto: si así responden ante un error en un billete, no quiero ni pensar qué ocurriría ante un suceso más grave. ¿Se lavarían las manos igual? ¿O sería también culpa de los pasajeros que no se han leído la letra pequeña del billete? De todos modos, un detalle, el argumento de la persona de la taquilla era que ella se había levantado a las 5.30 de la mañana y ahí estaba aguantando. Mi hijo le contesta que no es excusa, pero cuando después fui yo a volver a reclamar también me dio el mismo argumento. Se lavó las manos. Por cierto, hubiera sido un detalle que, cuando se dirigió a mí, además de mandarme callar, no hubiera estado masticando chicle, en cualquier curso de atención al cliente es lo primero que le enseñan a uno. Llamó a Policía Municipal porque yo no me atenía a razones, e incluso yo hablé telefónicamente con el policía, confirmándome este que se había hecho un informe de la 1ª actuación y yo podía solicitar una copia de él si lo deseaba.
Por todo ello, ¡muchas gracias, señores de La Conda! No se preocupen ustedes, pocas oportunidades más van a tener de tratarnos así, porque, mientras yo pueda, jamás volveremos a viajar con ustedes.