Llevarse el gato al agua, o quién le pone el cascabel al gato, o quién es el que corta el bacalao, son dichos muy frecuentes y que, curiosamente, el referido al bacalao no tiene demasiado sentido, dado que nuestros bacaladeros, cuando se encuentran en el Atlántico Norte, capeando el temporal, a la capa como dicen ellos, aprovechan para cortar el bacalao que llevan a bordo, y lo corta la mayor parte de la tripulación.
Otra cosa es cuando nos referimos al gato, este inexpresivo animal, que a pesar de estar lamiéndose todo el día, para su higiene personal, no quiere ver el agua ni de lejos, y dado su huidizo carácter, no es fácil ponerle un cascabel, y de ahí que las expresiones referidas a él tengan más sentido. Pero a pesar de la explicación que doy sobre el bacalao, este dicho se ha hecho tan popular que lo utilizamos, por ejemplo, para indicar quién es el que corta el bacalao en un partido político.
Llevarse el gato al agua lo utilizamos al referirnos a la persona que, dada su influencia, va a evitar, por ejemplo, que un corrupto/a vaya a la cárcel, pues al ser una persona de relieve, solemos decir: ¿quién es capaz de ponerle el cascabel al gato? Y así nos va la feria, porque entre los que cortan el bacalao, y los que no se atreven a ponerle el cascabel al gato, los corruptos de guante blanco campan a sus anchas.
Con humor solemos criticar, con humor apaciguamos la desesperanza, el humor nos ayuda a tranquilizar, y con humor encontramos la calma. En este túnel tan oscuro, que hoy no percibimos su final, ya que al parecernos un muro, ¿quién va a ser capaz de arreglar? Si pasamos por alto tantas fechorías, y no exigimos al ladrón que devuelva la pasta, se reirán sin cesar sus señorías, mientras no les digamos basta. Al que corta el bacalao exigirle, que ha de poner el cascabel al gato, y no cesaremos de insistirle, hasta que meta al agua al gato.