En la última quincena ha habido en Pamplona unos actos sobre ciencia y magia en los que creo ha participado su colaborador y físico del Planetario, Javier Armentia.

Yo modestamente también colaboré enviando un escrito sobre el poder de los números (entre la ciencia y la magia), centrándome en un juego sobre el nº 666.

Ahora voy a colaborar, de nuevo, con un comentario sobre el principio de incertidumbre enunciado por el alemán Werner Heisenberg en 1925.

Para que todos puedan entenderlo pondré este ejemplo.

Creo que la mayoría de la gente sabe qué es un neutrón (partícula de un átomo, pequeñísimo). Pues bien, de un neutrón determinado podemos medir en un instante dónde está pero, no con precisión, la velocidad que lleva en ese momento y viceversa.

Esto lo traslado a un hecho que la mayoría hemos sentido. Usted va caminando y unos metros delante va una persona relativamente conocida. ¿No les ha ocurrido que al pensar quién era, esa persona haya vuelto la cabeza hacia usted?

Si no lo han sentido, practíquenlo, si les parece, con alguien.

¿No es posible que una onda (ahora que hay tanto miedo a las numerosas ondas) de nuestro cerebro haya llegado al suyo y por eso vuelve la cabeza?

Les aseguro que yo lo he percibido muchas veces e, incluso, hace años conseguí con mucho esfuerzo y días de trabajo que una persona conocida por mí y que se cambiaba de lado (por un miedo tonto) caminando por un trozo de carril sin acera finalmente y definitivamente se cruzara conmigo por la misma acera.