Al parecer ha cundido la alarma en el seno de la Organización Mundial de la Salud por la pérdida de eficacia por parte de los antibióticos. Tras el comunicado de dicho organismo, queda la sensación de que tal circunstancia ha sido conocida apenas hace unas fechas, cuando resulta que es algo sabido hace ya mucho tiempo. Pero la OMS a lo suyo; igual que la ONU con el tema del abandono de los combustibles fósiles: lanzando los comunicados cuando ya no queda otra. Propone la OMS un cambio radical en la forma de "producir, prescribir y usar". Vaya, vaya. Apetece echar mano de una frase muy empleada actualmente: "¿Y por qué ahora?".

La resistencia bacteriana es una realidad, como hemos indicado, que se pierde ya en el tiempo. Qué años aquellos en los que pastoreábamos a los linfocitos T y a otros guerreros de nuestro sistema inmune, con la esperanza, o mejor, con la certeza de que el invasor terminaría fulminado. En fin, veremos qué nos depara el destino, no ya con las recomendaciones sino con las órdenes que, tras este nuevo planteamiento, irán recibiendo los responsables sanitarios de todo el mundo. No hay duda de que las cosas están cambiando en los ámbitos sanitario y medioambiental, aunque ya es muy tarde. Y tanto están cambiando que, sorprendentemente, y en lo que a este país respecta, aparecen noticias como la que indica que la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, que aglutina a miles de expertos y varias sociedades científicas, ha pedido al Ministerio de Sanidad y a la Comisión Europea que regulen urgentemente de forma restrictiva los compuestos químicos que actúan como disruptores endocrinos, ya que en España el nivel de toxicidad es muy superior al de otros países. Así pues, esperemos acontecimientos.