Esta expresión es siempre de actualidad en la España cutre y se la debemos a Guillén de Castro en su obra Mocedades del Cid. En el siglo XVII describe al Conde Lozano que, consciente de proferir una falsa acusación contra otro caballero, prefiere batirse en duelo antes que pedirle perdón. Afirma en su discurso: “Mantenella y no enmendalla”. Esta expresión la tomó don Pedro Muñoz Seca en su célebre y divertida comedia en verso La venganza de Don Mendo. Viene a cuento porque la OCDE ha publicado unas valoraciones sobre la capacidad de los universitarios españoles, a los que compara en su nivel de conocimientos a los que poseen los alumnos japoneses de Secundaria. Otra información del mismo organismo señala que uno de cada cinco jóvenes españoles de 18 años no es capaz de entender el contenido de una factura de suministro doméstico habitual. En una carta al director de un periódico, el remitente reitera la dificultad que supone descifrar una factura y, tratando de responder, no se sabe si con ironía, a la información de la OCDE, acota: “Yo, que tengo tres carreras y dos másters, no soy capaz de entender una factura de electricidad, de gas o de agua”. Otro que afirma ser catedrático pone en tela de juicio la objetividad y el método que se ha seguido en la OCDE para poder llegar a tales conclusiones. Lo dicho, en lugar de preocuparse por un hecho de tanta trascendencia como sería reconocer que el nivel de formación de nuestra juventud en general -y la universitaria en particular- es sonrojante y debería hacernos meditar, pero profesores e intelectuales con altas cualificaciones prefieren arremeter contra el mensajero que trae las malas noticias y, como en la sátira de Muñoz Seca, prefieren arremeter contra las aspas de los molinos confundiéndolos con gigantes. Sus afirmaciones evidencian que son ciertas las conclusiones del organismo mundial, pues teniendo tantas carreras y siendo catedrático reiteran que no son capaces de descifrar facturas que en el resto de Europa parece que son de general comprensión. Por eso, manifestarse con tanta vehemencia en defensa del sistema de educación español (tan deficiente que no sea capaz de enseñar a los jóvenes a utilizar instrumentos electrónicos de uso cotidiano) es una muestra de que se sigue el principio de nuestro satírico escritor, Muñoz Seca: “Mantenella y no enmendalla”.
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