Hace muchos años se advirtió de que existen falsos profetas y que de entre muchos llamados hay poquísimos escogidos. Cuando yo considero que hay muchas personas perezosas mentales o intelectuales no quiero decir que no tengan una fluidez de uso en su caparazón cerebral, me refiero a que solamente usan la intelectualidad en los temas prácticos de la vida, en lo que consideramos relativo al mundo material, tratar de resolver el funcionamiento de esta vida sin plantearnos un antes y un después. ¿Por qué nací así y aquél de aquella otra manera? No, esas preguntas no desea plantearse el hombre excesivamente práctico.

Hay que ser práctico, pero teniendo en cuenta el conjunto de nuestro existir. Porque haya miles o millones de personas que han desprestigiado el esoterismo, eso no significa que ellos sean dueños de la palabra esotérico. Lo mismo que Hitler o el nazismo no son dueños de la cruz esvástica, que ya existía hace miles de años. Nadie puede apropiarse de los símbolos, solamente pueden hacer buen uso o mal uso de ellos. La cruz, en general, simboliza un cruce o contraposición de opuestos. Por eso, los rosacruces tienen como símbolo una cruz y una rosa, porque la contradicción de esta vida conlleva un fuerte dolor que, en definitiva, va buscando la realidad del crecimiento en todo lo que somos capaces de concebir como perfección divina, que simboliza la rosa. Por lo tanto, esotérico simboliza lo interno de nuestro existir, en contraposición a lo externo y más materialista. Lo materialista es bueno. Lo malo es obcecarse solamente en ese aspecto de nuestra atención diaria, y que ello necesite matar, ahogar y constreñir al verdadero aspecto espiritual: “el equilibrio del conjunto de las cosas de la vida”.