Pello Iriarte sí que sabe... También sabemos... muchas otras personas. Así que, por favor, no pretendan una vez más, hacernos comulgar con ruedas de molino. Ya salió un cura (supongo que su misión en la curia diocesana será hacer de abogado del diablo, porque no es la primera vez que sale defendiendo lo indefendible), mencionando las extorsiones recibidas por varios sacerdotes. Pero, lo curioso fue que sólo mencionara a Santos Villanueva, el pobre (Villanueva), estaba tan afectado que hasta cayó en una depresión. Lo que quizá no sepa el supuesto abogado del diablo, es que la depresión es la argucia que Villanueva ha presentado para salir airoso de otros asuntillos. En fin, que yo sepa, de 4 parroquias más ha salido mal, por un motivo u otro. En esta ocasión, como dice el señor Iriarte con tanta gracia, “a este señor lo han echado o se ha escapado por la gatera”. Yo añadiría que en esta ocasión se ha visto obligado a alejarse tantos kilómetros que quizá no encuentre el camino de vuelta. ¡Ojalá! Con similar sentido que Pello: “¡Cómo para echar en la bandeja!” Estas Navidades mi marido y yo pondremos en buenas manos nuestra donación anual, con la seguridad de que llegará segura a Etiopía, donde la ayuda es realmente necesaria. Allí los niños no mueren sólo de hambre sino de sed, por la enorme sequía que habitualmente padece ese país; pero de forma más brutal este año. ¡Ah! Y la X en su día para asuntos sociales sin dudarlo. Y volviendo al meollo de la cuestión, Santos Villanueva, no dijo eso de “Todos los que vienen a un funeral como si fuera un acto social son unos hipócritas” sólo en las dos ocasiones que Pello lo escuchó. Es como un latiguillo que utiliza siempre en la mayoría de los funerales. Se olvida de que él, aparte de ser un prepotente y soberbio, es hipócrita y cínico por antonomasia. Si para él es una hipocresía asistir a un funeral como un acto social, ¿qué es él, que los celebra a sabiendas de que el difunto o la familia no son siempre creyentes? Un funeral es la única forma de reunir a parientes, amigos y conocidos para dar el último adiós a un ser querido. Que no se meta en la conciencia de los demás, porque es el menos indicado. Bastante tiene con el suyo... Yo misma hace años escuché elevar hasta el infinito, virtudes de la persona difunta por la que oficiaba el funeral, mientras todos sabíamos que, por desgracia, esa persona nunca poseyó algunas de esas virtudes. Está claro que él es, la hipocresía personificada.
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