Sirviendo al pueblo
Rafael Gálvez, presidente del Club de Jubilados de Beriáin y de la Cendea de Galar, estos días está siendo vapuleado por un lamentable error que cometió hace dos años y que la prensa lo ha publicado al conocerse hace unos días la sentencia.
Los periódicos, lo mismo que los jueces, se escudan en los hechos sin que les importen para nada las causas que los provocan. Esto es así y nada tengo que objetar. Tampoco quiero ahondar en este problema. “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Solo quiero testificar que Rafael es una excelente persona. Lleva como presidente del club más de doce años. Todos los años en la asamblea general pone su cargo a disposición de los socios y, año tras año, recibe la misma respuesta: “No hay nadie que te quiera sustituir. Además, queremos que tú sigas siendo nuestro presidente”. Esta respuesta la firma en votación secreta el 90% de más de 400 socios.
A Rafa lo quiere la mayoría de los socios, y no me extraña que así sea, pues dedica su vida de jubilado a hacer felices a los mayores, no solo de Beriáin y de la Cendea de Galar sino que también a los del Valle de Ibargoiti. Prepara múltiples actividades en el club, varias excursiones de uno o varios días, todas las tarde de los viernes y sábados, sacrificando sus necesidades, las dedica a entretener a más de cincuenta personas, sacándolas de sus casas para que prueben suerte en el club con un bingo casero.
Podría seguir hablando de él, pero quiero terminar y no quiero hacerlo sin dar a conocer la peculiaridad de nuestro club: somos más de 400 personas de Beriáin, Cendea de Galar y del Valle de Ibargoiti. Somos, además, un grupo muy heterogéneo, pues representamos a más de 10 regiones de España. Tenemos toda clase de afinidades políticas, creencias religiosas, adicciones futbolísticas, diferencias culturales y, entre nosotros jamás algún problema ha empañado nuestra convivencia.
En atención a todas estas peculiaridades me atrevería a pedir a quien tiene en su mano que procure evitar la rumorología, pues no hay nada que haga más daño.