Subliminalmente el debate de Primarias en el PSOE ya nos lleva a engaño: en la pantalla de la televisión Susana Díaz aparece a la izquierda y Pedro Sánchez a la derecha (en el medio estaba un Patxi López ejerciendo de moderador entre las dos corrientes principales). Habían pactado ir de guante blanco para no dar el espectáculo, pero las puyas entre los adversarios y esas ansias de poder ya hacen imposible que haya reconciliación después del 21 de mayo.

De los tres púgiles no sé con quién me quedo. Susana Díaz y su “compañeros y compañeras”, demasiadas palabras malgastadas que restan tiempo en el debate. Siempre va de políticamente correcta, “perra fiel” a las directrices de la plana mayor de su partido; pero no nos equivoquemos, es trepa, calculadora y sibilinamente ha coaccionado en Andalucía a los avalistas para conseguir su apoyo. Le culpa a Pedro Sánchez de la pérdida masiva de votos del PSOE, y no se da cuenta de que ya se ha acabado el bipartidismo, porque la sociedad se ha hartado de que siempre se coman el pastel los mismos que luego salen por puertas giratorias.

Pedro Sánchez y su arrogancia parecen no tener límites, aunque al menos hizo una cosa bien: fue fiel a sus principios y dijo no a Rajoy. Pero la pifió cuando en las elecciones del pasado mes de diciembre pactó con Ciudadanos en vez de hacerlo con Podemos. De haberse alineado con Podemos, ahora gobernaría una izquierda real, no de pacotilla.

Y respecto a Patxi López, qué decir, no entiendo su estrategia: no tiene ninguna posibilidad de ganar y va a salir de todas todas trasquilado, porque aunque quiera apaciguar las aguas, ni Pedro, ni Susana van a contar con él a partir de ahora por restarles votos a sus respectivas candidaturas.

¿Hacemos una porra? Después de 138 años, el PSOE es fagocitado por perder su rumbo a babor.