Síguenos en redes sociales:

Fuera de su sitio

Es donde las cosas peor están. Por removerlas en un lance de interés momentáneo, las extraviamos y en su lugar aparecen otras. Por eso perdemos objetos; se nos olvida dónde los pusimos y por qué.

Nuestros gobernantes decidieron remover los nombres castellanos como Lérida, Gerona, Orense, La Coruña, etcétera, imponiéndonos otros de lenguas locales. ¿Por qué? Tal vez como desagravio, como reencuentro? ¿Qué agravio ni qué desencuentro es que los españoles usemos términos propios de nuestra lengua? ¿Acaso es incorrecto decir Londres, Múnich o Nueva York? No, no lo es, lo incorrecto es lo otro, términos catalanes o gallegos hablando castellano.

La incorrección no debe permitirse por pequeña que parezca, porque detrás vendrán otras nuevas y multiplicadas. Y el pago a la permisividad nunca es el agradecimiento, sino el desprecio.

Esta incorrección estéril fue la chispa que prendió el incendio separatista. Y se nos impuso transcrita a periódicos, telediarios, letreros y, desgraciadamente, a los libros de texto de nuestros hijos. Y en los mismos libros se han llegado a escribir auténticas aberraciones que ahora salen a la luz.

Si en los rescoldos del incendio no se busca el cortocircuito que lo provocó, todo lo que se apague volverá a arder. No más confusión, cada cosa en su sitio y cada palabra en su idioma: respeto para todos.