Los pactos de la Moncloa pusieron los cimientos para reformar el régimen dictatorial franquista. Reformar una dictadura. Pero el llamado espíritu de la transición murió en la Constitución del 78. Una vez aprobada fue desarrollada legislativamente por dos partidos para ir vaciándola de contenido y poder así perpetuarse en el poder hegemónicamente; aunque sea de forma alternativa. Pasamos del pluralismo político, gracias a la Ley Electoral, al pluralismo de siglas como maquillaje del bipartidismo gobernante. De la participación en la vida política, gracias a la ley de la patada en la puerta o la ley mordaza, al silencio político por miedo; todo se reduce a depositar el voto en elecciones que convocáis y controláis. De la participación en la vida económica, gracias a las sucesivas reformas laborales, al paro o al trabajo de pobreza. De la participación en la vida cultural y social a la imposición de modas y costumbres. De la prohibición de la arbitrariedad de los poderes públicos a chanchullos y rescates. De la libertad sindical al sobornado sindicalismo defensor de lo suyo. Del principio de legalidad a la aplicación torticera del artículo 155. Del respeto a los derechos de los demás a la imposición de vuestros derechos por encima de todo. Del libre desarrollo de la personalidad a la formación reglada y dirigida; españolizar es lo único importante. De ser iguales ante la ley a la impunidad insultante de algunos. De la libertad ideológica al pensamiento único, si no eres un antidemócrata como poco. De la presunción de inocencia a la pública condena de los que no comulgan con ellos. De la dignidad de la persona a la teoría de la violación consentida. Del derecho a recibir libremente información veraz al nodo multicolor actual, donde las noticias elegidas se mezclan con opiniones malvadas. De la obligación de tributar de todos a las sucesivas amnistías fiscales para amiguetes. Todo un panorama desalentador para los que creyeron que la Constitución suponía el punto de partida; no una mera declaración susceptible de violaciones e interpretaciones mal intencionadas.

Ante tanta involución aún quedan personas, en partidos u otras organizaciones, que trabajan en la consecución de la libertad, la justicia, la igualdad para los iguales y el pluralismo; respetando los derechos de los demás.