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Sobre agresiones en las villavesas

Día 2 de enero sobre las 17.50 horas en la línea L4 Huarte, llegamos a la penúltima parada, calle Pérez Goyena, el conductor me indica que esa es la última parada, a lo que yo le respondo que no, que la siguiente es la última parada y está situada en la calle Ugarrandia. Esta no es la primera vez que los conductores no realizan el recorrido entero y nos incitan a bajar en la penúltima parada de malas maneras. Sin motivo alguno, el conductor de la villavesa cuyo número es el 369, se dirige a mí de forma agresiva gritándome que “en su trabajo no me meta y que si me dice que esa es la última parada, es la última y punto”.

Ante los insultos y su forma agresiva, me bajo de la villavesa e indico en alto que es un sinvergüenza. Acto seguido, el conductor abre la puerta principal y me empieza a insultar llamándome “hija de puta” en numerosas ocasiones. Mientras sigo oyendo sus insultos, le indico que me facilite la hoja de reclamaciones (la cual, por normativa legal, tienen que llevarla en cada una de las villavesas). Se niega a dármela, por lo tanto, llamo a los alguaciles de Huarte. La villavesa carecía de hojas de reclamaciones y tuvo que acudir el inspector de estas para facilitármelas.

La violencia nunca está justificada. Con esta carta quiero denunciar que si es verdad que existen agresiones de pasajeros hacia los conductores, también existen agresiones de los chóferes a los pasajeros.

Espero que a este señor le den unas clases de educación y recordarle que ser el chófer de una villavesa no le da derecho alguno a dirigirse a los pasajeros a gritos, ni a negar el derecho de poder transmitir las quejas mediante la hoja de reclamaciones. Aconsejo a los demás usuarios en no dudar a la hora de solicitar la reclamación ya que pagamos un servicio y no tenemos por qué ser tratados como mercancía.