Cuando pensamos en discriminación normalmente pensamos en la lucha feminista, la lucha contra la homofobia o el racismo, sin embargo hay muchos otros colectivos que no están representados, porque simplemente sacar el tema produce un silencio incómodo, como ocurre con el suicidio o la salud mental. La costumbre de tratar a aquellos que van a terapia como “locos”, “dramáticos” o “enfermos” viene de lejos, pues a lo largo de la historia siempre han sido tratados como una lacra. En nuestra sociedad el 40% de las personas sufren trastornos de ansiedad, casi un 90% padecen cierto grado de neurosis, y los problemas relacionados con la autoestima y la depresión van en aumento. Pero, sin embargo, seguimos pensando que aquellos que buscan ayuda son raros y que nosotros estamos sanos, he aquí el primer error. Es muy difícil que una persona pueda juzgar su propia salud mental, dado que, de tener alguna enfermedad, como la esquizofrenia o la neurosis, esta enfermedad hará pensar a la persona que los que necesitan ayuda son otros y no ella. Si podemos dedicar una hora al día a peinarnos y cuidar de nuestro aspecto físico, quizás también podríamos dedicar al menos media hora a cuidar de nuestra salud mental, relajarnos, meditar o analizar nuestras emociones para así evitar problemas mayores.