Se dice que la humanidad evoluciona a través de ciclos. Un ciclo grande que completa el proceso de los astros viene a durar casi 25.000 años. Se afirma que en febrero de 1962 entramos en acuario, completados ya los doce últimos ciclos de la rueda. Estamos en lo que se ha llamado el fin de una época (los tiempos, el mundo viejo) y estrenando un tiempo nuevo. El que quiera seguir mirando con unos trapos en los ojos que lo haga. Todavía ciertas enfermedades importantes van a más, por mucho que la ciencia avanza, y la inteligencia artificial, con la robótica aplicada al empleo, nos enfoca hacia problemas difíciles de resolver, a no ser que planteemos el factor humano en primer lugar y el poder de los ahora poderosos (el materialismo económico) en segundo lugar. Lo cual significa pasar de una involución materialista a una evolución más humana o espiritual. Se afirma que no estamos solos. Los que yo he llamado maestros, también se consideran superiores desconocidos. Ellos hacen su trabajo desde el plano psíquico. Respetan el libre albedrío humano, pero están obligados a hacer cumplir la ley del karma y de la evolución. A la entrada de este nuevo ciclo corresponde lo que se ha llamado la gran elección. ¿Qué significa eso? Que cada cual se verá obligado en su ser interno, en el plano de la consciencia o espiritual, a elegir: si él quiere seguir montado en el carro de la ideología materialista o aceptar el plano del alma. Ya no se trata de creer o no creer en tal cosa u otra, se trata de tomar decisiones determinadas en cada momento concreto en que las circunstancias personales y colectivas se van produciendo de determinada forma. Todo esto que está pasando es consecuencia de la tasa vibratoria que progresivamente va en aumento. Como el amanecer de un día pero en otro plano. El que se resista a las leyes del cambio de involución a evolución lo tendrá más duro de atravesar. Eso es lo que creo que he aprendido.
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