El sentido es algo por lo que en todo momento y en toda situación vale la pena vivir o morir. Sin embargo, cuando no lo tenemos en cuenta, caemos con frecuencia en el vacío y la frustración existencial, el aburrimiento, la indiferencia, la apatía, el conformismo o algunos trastornos psicológicos como la depresión o la agresión. Hasta que Viktor Frankl (1905-1997) propuso el sentido como el motor más auténtico y profundo de actuación humana, las teorías psicológicas hacían del placer (Freud) y la voluntad (Adler) como motivaciones para la vida.

El sentido está siempre asociado a una situación concreta y única. Y su posibilidad está caracterizada por nuestra unicidad, por la situación concreta irrepetible y por la posibilidad que tenemos nosotros mismos hacia el mundo. La conciencia es la que percibe el sentido en lo concreto de la vida. Apunta a la realidad pero mira más allá de ella con el convencimiento de que existe un sentido para cada fragmento de ella.