Nunca quisiera haber escrito lo que a continuación sigue. Nunca. Debo hacerlo por respeto a la ética, a la más elemental de las éticas si acaso aún existe algo que responda a este concepto, porque la ética es un estado de las cosas que debe observarse si queremos que la vida contenga alguna dignidad. Si buscamos otra cosa, algo nefando, subálveo, de catadura criminal, es hora de dimitir de la propia condición. Ocurre que no puede hacerse, uno no puede dimitir de su propia condición sin que algo se rompa de manera irreparable.

Hoy, en el día que corre, están naciendo bebés en Irak sin cerebro. Sin ojos. Esto ocurre a consecuencia de los ataques perpetrados por Estados Unidos en su día. El pretexto, una mentira que por mucho que fue repetida por todos los medios del mundo, la verdad ha demostrado que fue, efectivamente, mentira. Al menos la verdad ha resuelto. Aquellos, los que mintieron, Bush, Blair, Aznar, viven de manera ostentosa y ni siquiera nadie los ha inquietado. Sus conciencias tampoco lo han hecho. Ni siquiera han optado por la discreción, que sería el menor de los males. Siguen, con ese modo lenguaraz, azotando a esa parte de la opinión pública que los adula quién sabe por qué. Nadim Al Hadidi, médico del Hospital de Faluya, informó que es imposible elaborar un censo de bebés con malformaciones congénitas en esta ciudad iraquí ya que “las familias los entierran a los recién nacidos apenas mueren y sin decirlo a nadie”. Esto les produce una indescriptible vergüenza. A ellos, padres de estos niños bombardeados con saña por esos viles saqueadores del mundo. Armas químicas en misión de ensayo, de banco de pruebas sobre la población civil. El médico afirmó que existen demasiadas criaturas que sufren este problema. “Tan solo en enero registramos 678 casos, pero son muchos más”. Todo esto lo dijo Hadidi apoyándose en una impactante muestra de fotografías que mostraba en un proyector. Yo he visto esas fotografías. Estos tipos, Aznar, Bush, Blair, los amigotes de las Azores asisten a recepciones y foros donde comen langosta, champán y besa sus pies infectos la más media del pesebre. Me pregunto si una vez, tan sólo una, al ajustarse el nudo de la corbata han pensado en apretar un poco más hasta asfixiarse. Sería un bonito gesto. Faluya es uno de los lugares del mundo donde más niños nacen sin ojos, sin cerebro o con intestinos fuera de la cobertura abdominal. Realidad espantosa, muestra incontestable del fracaso del género humano. Usaron fósforo blanco, gas venenoso y la versión del napalm llamada MK77. El fósforo blanco quema y derrite el cuerpo hasta los huesos en pocos segundos. Se encontraron cuerpos quemados con las ropas intactas, quienes inhalaron el gas venenoso y sobrevivieron sufren hoy este espanto. Qué se puede decir sin sentir dolor. Dolor y rabia. Mientras resulta difícil mantener la vista sobre las fotografías, la población local afirma que denunciaría “con los ojos cerrados a los responsables”. “Nosotros no hemos sido más que ratones de laboratorio”, se lamentó Hadidi.

Cerrar los ojos puede ser un bálsamo momentáneo. Un sedante necesario. No lo pongo en cuestión, pero Europa tiene que actuar en la defensa de los vulnerables de la tierra. De la Norteamérica de Trump no espero nada.

El autor es escritor