Nos ha parecido necesario responder al reciente escrito del parlamentario Adolfo Araiz, cargado de críticas demagógicas y descalificadoras, afirmaciones carentes de un mínimo respeto y llenas de desprecio hacia los sindicatos mayoritarios de Navarra y de los aburridos y recurrentes tópicos (corralito, clientelismo, régimen anterior, silencio sindical subvencionado, etcétera) de los que echa mano constantemente la izquierda abertzale para tapar sus vergüenzas y su histórica inutilidad política para solucionar los problemas reales y cotidianos la clase trabajadora.

Pero no porque con sus palabras contra la figura del Delegado Territorial de Prevención y el procedimiento arbitrado para su actuación, Araiz demuestre que no ha pisado nunca una fábrica -si no, sabría que es un recinto privado al que incluso un representante de la autoridad tiene que pedir permiso para entrar-; ni porque resulte ridículo oír de la boca de uno de los más insignes miembros de la nomenklatura abertzale críticas sobre burocracia sindical; ni porque eluda el problema de fondo de la insoportable siniestralidad laboral que padecemos y la nefasta gestión de su compañero de LAB, Iñaki Moreno, desde su jefatura en el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra.

Le respondemos simplemente porque falta a la verdad cuando afirma: “Roza el cinismo ver a las organizaciones (sindicales) hablar de accidentes laborales sin mentar el actual incremento de las cargas de trabajo, las horas extras, el aumento del uso de las ETT, la generalizada temporalidad y los salarios de supervivencia impuestos a la juventud (?)”.

En la rueda de prensa de presentación de la figura del Delegado Territorial de Prevención, y ante los representantes de la patronal, entre otras cosas, hicimos textualmente las siguientes declaraciones: “Hay dos factores fundamentales que explican el incremento de los accidentes laborales:

el primero, la brutal crisis económica, que conllevó un recorte de la inversión de las empresas en materia preventiva. Y en segundo lugar, la reforma laboral de 2012, que ha sido un factor de precarización del empleo, provocando una temporalidad y una rotación enormes, que se han demostrado letales para el desarrollo del trabajo con seguridad. No en vano, el perfil del trabajador accidentado en Navarra es el de una persona joven, de origen extranjero, con menos de 6 meses de antigüedad en la empresa, con baja cualificación y empleado en una empresa de 50 o menos trabajadores. Por tanto, temporalidad, contratación a tiempo parcial no deseada, escasa duración de los contratos, alta rotación en el empleo, falta de relación laboral bajo la figura del falso autónomo y, como consecuencia de todo ello, escasa información y formación sobre los riesgos inherentes al puesto de trabajo, son circunstancias que están deteriorando las condiciones de trabajo. A ello hay que unir el incremento de la intensidad y los ritmos de trabajo, el trabajo a destajo y el exceso de horas extras, junto al aumento de las exigencias emocionales o la renuncia a ejercer derechos por miedo a perder el empleo, que están teniendo graves consecuencias en la salud y en la seguridad de los trabajadores”. Por lo tanto, no son ciertas ni las acusaciones de Araiz, ni que no exijamos medidas a los empresarios. La figura del delegado territorial fue útil en el anterior periodo, y sin duda lo seguirá siendo. Especialmente relevante es su función en empresas pequeñas que carecen de delegado en salud laboral. Y nuestra función como sindicatos es denunciar las situaciones de riesgo que puedan existir y asesorar a trabajadores y delegados y sin duda el delegado territorial es un aliado importante de la parte más débil de la empresa, la gente trabajadora, que es la que se la juega en esto de la siniestralidad laboral. En todo caso, hay que recordar que la partida de 400.000 euros, recogida en los Presupuestos para actuaciones en prevención de riesgos laborales y destinada a entidades firmantes del Acuerdo Intersectorial, fue aprobada en el Parlamento con el voto a favor de Adolfo Araiz, que ahora la critica con toda virulencia. ¿Cómo llamamos a esto, cinismo político, dejadez a la hora de hacer el trabajo, irresponsabilidad parlamentaria o un poco de todo?

Los autores son secretarios generales de UGT y CCOO de Navarra