Me habían hablado muy bien del servicio de voluntarios que DYA tiene para ayudar a que las personas mayores con movilidad reducida que no disponen de ascensor puedan salir de sus casas. Hace unos pocos días yo misma pude comprobar la realidad.

Voluntarios equipados con una silla adaptada, una voluntad admirable y un sinfín de paciencia y cariño bajaron a mi madre desde un tercer piso, haciendo posible que también ella pudiera disfrutar de unas merecidas vacaciones y facilitándonos a la familia la solución para un asunto que resultaba bastante problemático. Aunque quisimos agradecerles de algún modo su desinteresada y muy eficaz labor, no consintieron en aceptar nada.

Por eso quiero mostrar mi agradecimiento y reconocimiento a su labor por medio de estas líneas, porque justo es reconocer la labor de los voluntarios que entregan su tiempo y esfuerzo sin esperar nada a cambio.

Mil gracias, de corazón.