La noche del 28 de abril, y van cuatro meses y medio, el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, se encontró con una piedra en el zapato cuando sus huestes, en el fragor de su insuficiente victoria, le indicaron a grito limpio el camino a seguir: ¡Con Rivera, no! Estos cabritos ya me están jodiendo la manta, debió pensar. El personal le pedía claramente que encaminara sus pasos de su gestión por la izquierda, tampoco mucho, para llegar a la presidencia y a la gobernanza (¿?) del país, cosa que a él y al sanedrín de su partido no les convencía ni poco ni mucho.

Así las cosas, debió, debieron, entender que había que negociar con Unidas Podemos, con El coletas y el Echenique, de forma que pareciera que se les ofrecía el oro y el moro, direcciones generales, ¡hasta la de la Comisión Nacional del Mercado de Valores! Y poltronas similares pero de ninguna de las maneras el acceso al Consejo de Ministros, donde se habla mucho de lo que conviene pero donde no conviene que se conozcan ciertas cuestiones delicadas, como las presiones del IBEX 35 o el veto conjunto con PP y Cs a investigar la estrecha y sospechosa relación con el Centro Nacional de Inteligencia del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, el baranda de los terroristas del atentado de las Ramblas de Barcelona, un ejemplo.

Lo de los gobiernos de coalición, o la cohabitación entre partidos, es cosa más que sabida y utilizada entre las modernas pseudodemocracias del mundo mundial que controlan las potentes multinacionales. Pero aquí eso no interesa nada de nada, porque aquí cuando entra un gobierno para instalar a los de cada quien se cambian hasta los bedeles de los colegios y lo que priva es ofrecer al otro cargos, sillones y componendas, a ver si pica y si no hacerle mediáticamente culpable del fracaso de las negociaciones presuntas.

En estos casos, lo que debería hacer la ciudadanía es seguir el ejemplo del pueblo de Viterbo en el cónclave papal de 1268-1271, encerrar en el Congreso a los prebostes del PSOE y UP, ambos los dos, levantar el tejado para dejarlos a merced de los vientos y las lluvias y someterlos a un régimen de pan y agua, y tenerlos sin cobrar hasta que se pusieran de acuerdo. No me cabe la menor duda de que se acabaría el cachondeo y lo harían pero ya.