No, no soy de Viana, amable pastor espiritual de esa ciudad agradecida, pero he conocido el gesto hermoso, magnífico... y gratuito de usted a esa hermosa ciudad.

Sé bien que mi aplauso vale poco, pero sé también que las gentes de Viana, con su Ayuntamiento a la cabeza, aplaudieron hace unos días con alegría y hasta alborozo grande el regalo que usted les hizo: una gran iglesia del siglo Xlll magnífica, opulenta, bella y muy querida por los vecinos.

Cierto también que la gran iglesia está un poco ajada...; en honor a la verdad diremos que está envejecida, sin techos, abierta a todos los vientos y aguaceros, desvencijada y rota en sus rincones, sin posible uso religioso desde hace décadas... Pero, aun así, poderosa, amplia y útil para muchos usos públicos, acogedora de eventos culturales y lúdicos de la ciudad, sorprendente en pinturas murales escondidas bajo capas de cal, válida para teatro popular, conciertos, encuentros culturales y hasta chispeantes juegos infantiles...

Cómo no agradecer a usted, señor obispo, un regalo tan ancho, tan alto y tan bello...

Pecaría yo de injusto y de olvidadizo si no le agradeciera también otro gran regalo de usted a la ciudad; el mismo día que regalaba la iglesia tuvo usted la gentileza de regalar también a la ciudad el antiguo cementerio...

(Antes de seguir con mis aplausos le ruego perdone mi falta de conocimientos pastorales y profanos: qué milagros se necesitan para poner a nombre de la iglesia no solo el viejo templo, sino también un cementerio... Que yo sepa, ustedes no pusieron ahí ni el suelo, ni los caminos, ni las tapias, ni las lápidas de mármol, ni el césped, ni los nichos... ni sus muertos. A mi modo de ver, solo pusieron bellas oraciones, riegos de agua bendita y cariño por el fallecido... Poca y pobre aportación a tan importantes lugares muy queridos por el pueblo. Espero que si algún día tiene usted tiempo y ganas me aclare ese misterio...).

Por cierto, aviso a quienes quieran visitar ese antiguo y triste lugar (usted mismo, por ejemplo...) si un día pasan por allá, verán que, gracias al Ayuntamiento y a la colaboración del vecindario, hoy es un jardín precioso. Ya no hay cruces serias ni cirios crepitantes y tristes... Aquello es ahora un jardín espléndido y, gracias a la donación de usted, propiedad de todos los vianeses.

Y ya, señor obispo, abierta esta pequeña puerta de comunicación con usted, yo me atrevo a sugerirle que se estire un poco más... Bueno, mucho más... Que sea no solo Viana sino todos y cada uno de los pueblos de su jurisdicción eclesiástica los que reciban, antes de que se mueran, tantas casas parroquiales para curas que ya no están... ni estarán; tantas iglesias sin futuro, tristes, desiertas y desoladas... No se olvide, por supuesto, de los cementerios inscritos a nombre de su diócesis. No quiero entretenerle más recordando los frontones, las ermitas, los campos, las casas, los pisos, las fincas... de todos.

Ya ve que hoy me presento ante usted sin cantos alusivos, sin carbón, sin mala cara, con muy poca malicia. Y con esperanza... Plataforma en defensa del patrimonio navarro