Que dos expresidentes del Gobierno se sienten a conversar sobre los problemas actuales de España y las posibles soluciones de Estado dentro de un clima cordial, aderezado con fina ironía y sentido del humor, nos muestra que el liderazgo se puede ejercer desde el conocimiento y el respeto. Si bien es cierto que ya no están en el poder, es de agradecer observar una conversación o debate sin insultos, desprecios, prepotencia ni soberbia, estén más o menos de acuerdo en determinadas cuestiones. Si la veteranía es un grado, la educación también. Quedó demostrado.