Ahora que estamos solos, ahora que nadie nos ve, te cuento. Como si no existiera. Ya nadie se acuerda de esa ley, más que los que han estado en la cárcel o en los calabozos. Mientras, tenemos a los fachas desbarrando en improperios y en mentiras de palabra y obra, ensalzando dictaduras y dictadores y nadie les aplica la ley mordaza, ni la de rebelión, sedición y otras lindezas supremas; ni les dicen nada, bailándoles el agua en las televisiones, periódicos y radios. Para los fascistas, todo vale; para los que quieren ejercer la autodeterminación, payasos y titiriteros, nada; y a la puta cárcel. Para disimular, ahora los del Gobierno hablan de subir las pensiones y el salario mínimo, pero no dicen ni cuándo ni cuánto. Llevan un montón de meses en el Gobierno y no han derogado nada ni subido nada, y ahora de repente les corre prisa ¡y a engañar otra vez! Estos jetas quieren que pensemos en ellos a través de las rosas en tiempos de elecciones. Deberían aplicarles la ley mordaza con la nitidez perversa de la nostalgia. Hay mucho boca chanclas y pocas mordazas para los que las necesitan de verdad. Es un discurso tóxico que nos produce respiración pedregosa.