No se sabe por quién, pero la hasta ahora presidenta del FMI lo es del BCE y conviene estar alerta, pues su historial conocido es dudoso. En su época de ministra de economía con Sarkozy fue condenada por malversación de fondos públicos porque pagó fraudulentamente a Bernard Tapies 400 millones de euros. No entró en prisión, según los jueces, “en consideración a la relevancia del cargo que ostenta”.

Respecto a la gestión de la crisis de Argentina, que es acusada de provocarla, Lagarde se limitó a afirmar que “hicimos lo que pudimos”. El resultado es que el nuevo presidente del gobierno elegido, Fernández, ha decidido no pagar las deudas contraídas con el FMI porque no puede y culpan de esa situación a su presidenta que “les dejó a la intemperie”, según comentaristas solventes. Su curriculum de gestora de riesgo se amplía porque, según la prensa económica, se ha descubierto que fue consejera de la firma legal Baker & Mckenzi domiciliada en Bermudas y Singapur. Bermudas es considerado uno de los paraísos fiscales más opacos del planeta. Como nuestros patrióticos defraudadores fiscales que tanto prestigio nos han dado.

Parece ser que, para ocupar puestos de la máxima relevancia en las finanzas mundiales, se exige pertenecer a lo más florido de la mafia financiera internacional siendo el elemento selectivo la carencia de escrúpulos a la hora de manejar masas ingentes de fondos públicos con el propósito de apoyar a países que aceptan el sistema económico creado por el FMI, salvar bancos en quiebra que interesa. Se turnan entre ellos para ocupar los máximos cargos de instituciones económicas, con el exclusivo criterio de sus ejecutivos y sin responder de los resultados. Sustituye a Draghi en el BCE y fue designada presidenta del FMI sustituyendo a Rato, hoy encarcelado por múltiples delitos. Su anterior presidente fue Strauss-Kahn, quien también estuvo en prisión acusado de violación. Nuestro Luis de Guindos ocupa el cargo de director adjunto, el que aseguró que el rescate bancario no costaría ni un euro a las arcas públicas. Está pendiente de comparecer ante los tribunales por la quiebra del Popular. Sigue, sin embargo, en el BCE.