Me gustaría escribir muchísimas palabras de agradecimiento a todas esas personas que están siendo aplaudidas día tras día y semana tras semana en todos los pueblos y ciudades desde ventanas y balcones de nuestras casas. Tal y como podemos ver en todos los programas de televisión a todas horas, es indiscutible el esfuerzo que están haciendo los profesionales sanitarios, personal farmacéutico, cuerpos de la policía, etcétera. ya que están dando el 200% en una situación que así lo requiere.Sin embargo, estas líneas de gratitud van dirigidas a todo un conjunto de personas que han caído en el olvido o que no han tenido tanto protagonismo en los titulares de la prensa últimamente. Se trata de todas esas personas que tienen que ir diariamente a trabajar con el riesgo que ello conlleva. Estas personas son los chóferes de autobuses, periodistas, transportistas, trabajadores de pequeños comercios, personal de supermercados, agricultores, ganaderos y un largo etcétera de profesionales cuya aportación garantiza el funcionamiento de un sistema y una sociedad que ha sido puesta en jaque por el COVID-19.También merecen una mención especial los profesionales que han tenido que echarle imaginación, dedicación, implicación y sobre todo actitud. Este grupo de personas se constituye por todos los profesionales que han tenido que adaptarse al teletrabajo o a unas condiciones laborales nunca antes vividas: desde las personas que han hecho un sobreesfuerzo para poder aprender a utilizar programas informáticos complejos cuando nunca antes habían tenido un ordenador entre manos, hasta esos profesores que hacen lo imposible para poder mantener el ritmo de cada alumno, preocupados por seguir atendiendo a esa diversidad de las aulas pero, en este caso, desde la distancia. Sin olvidarme de esos entrenadores que han sabido aprovechar hasta las pelusas de las casas para inventar entrenamientos para todos sus clientes, o de esos familiares que hacen todo lo posible para volver a su infancia y poder hacer el papel del profesor durante la cuarentena. A todo ello se le llama actitud, y es preciso darle el valor que requiere en una sociedad en la que reinan las excusas, las quejas y los comentarios destructivos. Únicamente falta que la vacuna que acabará con el virus del COVID-19 y con este confinamiento no acabe también con la actitud de las personas.