Hace un par de días escribí esta nota de agradecimiento en las redes. Hoy que mi ama está mucho mejor se la he leído y me ha pedido que la ponga en los periódicos, que se enteren qué sanidad tenemos me ha dicho, así que, como buen hijo, obedezco.Los últimos días me ha tocado, como a tantos ciudadanos, estar conectado constantemente a la sanidad pública, y aquí seguimos. Hace cinco días llamamos a una ambulancia para que atendieran a mi amatxo. Fue dura la despedida sin poder acompañarle, pero fue menos dramática dejarla en manos de dos jóvenes cariñosos y especialmente atentos, sabiendo que trataban con una mujer mayor y muy asustada. A partir de aquí, dudas y miedos por nuestra parte, no sobre cómo estaría atendida a nivel médico, de eso nunca tuvimos dudas, sino de cómo le afectaría el hacerlo en soledad sin nadie de nosotros cerca. Sin pasar dos horas de haberse ido, ya tuvimos la primera llamada del médico para informar y compartir los datos que disponía en ese momento, nunca nos faltó información en ese largo día y medio hasta conocer el resultado negativo del COVID-19. Después, y de manera constante, estamos acompañándole, siendo testigos del increíble trabajo que realizan, y recordando que es el mismo que hacían ayer pero sin el altavoz ni la notoriedad que hoy les damos. Nunca me ha gustado la terminología de guerra, no la veo necesaria ni acertada para hablar de esta pandemia. Primera línea del frente, trincheras, retaguardia fueron palabras que escuché en las historias de mis abuelos Pablo y Nicolás, la contaban en primera persona y no, no es lo mismo, en absoluto. Sí, es cierto que nuestras sanitarias/os son héroes, pero no lo son más que ayer ni lo serán menos que mañana. Entre todos hemos construido una sociedad con tendencia a subir a los altares a nuestros héroes un lunes y olvidarnos el martes, así somos, así que si esta ocasión va a ser parecida, mejor nos quedamos callados y les dejamos trabajar. No tengo conocimientos médicos, por lo que no estoy capacitado para opinar sobre los aspectos científicos, pero sí la impresión de estar en buenas manos. Sobre lo que sí puedo y quiero opinar es del trato humano. No admito el debate que hace elegir entre formación-conocimientos o pasión-vocación, pido ambas, necesitamos ambas, digo que lo pido, aunque me gustaría exigirlo, lo que pasa es que para exigirlo deberíamos pagarles en consonancia y ahora no lo hacemos. El personal, claramente femenino, que atiende a mi ama: médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza, son conscientes que trabajan con personas, sería injusto por los más comprometidos decir que todos lo son de igual manera, pero sí que muy mayoritariamente lo son. Me uno al deseo cada vez más extendido que sería una verdadera desgracia que no aprendiéramos nada de esta pandemia, aunque sea solo a valorar y priorizar a los profesionales que trabajan con personas, sanitarios y educadores deberían ser nuestros profesionales mejor valorados y pagados, si empezamos por aquí a cambiar las cosas, no estaría mal. Mientras tanto, y sin saber el final de nuestra historia, mi aplauso y agradecimiento al personal del Hospital de Navarra, me gustaría decir sus nombres, pero quizás es mejor así, sanan en el anonimato al anónimo, así debe ser, sea cual sea el final de la historia con mi amatxo, Gracias, eskerrik asko !!!