stos días podemos leer numerosos artículos en periódicos y escuchar entrevistas en diversos medios de comunicación acerca de la vuelta a clase de alumnado y docentes, y sobre si ésta se debiera hacer antes de final de curso, en mayo y junio, o si los centros escolares deberían abrirse durante julio y agosto.

Algunos expertos opinan que esto último sería una medida positiva. Se trata de expertos en educación y supongo que también expertos padres e incluso he leído también que (supongo también expertos) alumnos.

Yo simplemente quiero expresar mi humilde opinión de no experto. No experto profesor de enseñanza secundaria (diez años de experiencia), no experto padre (tres hijos y trece años de experiencia) y no experto alumno (47 años de experiencia).

Desde mi punto de vista cabría decir que la educación presencial nunca va a poder ser sustituida por una educación online. Dicho esto, el inmenso esfuerzo que se está haciendo desde los centros y las familias hace que se esté impartiendo la mejor de las enseñanzas posibles dadas las circunstancias, lo que hará que buena parte del alumnado acabe el curso con un nivel suficiente para continuar su currículo (no olvidemos que cuando se cerraron los centros los contenidos impartidos superaban ya en la mayoría de los casos el 70%).

Sin embargo, no es de esto de lo que quiero hablar. A mi modo de ver, los árboles no nos están dejando ver el bosque. Me explico. Estamos pensando si abrir los centros escolares en junio, julio o agosto pero, ¿alguien nos garantiza que los vamos a poder abrir en septiembre? Sigo atentamente las informaciones sobre la pandemia que estamos padeciendo y, entre todos los pronunciamientos de médicos, virólogos y epidemiólogos, a veces contradictorios entre ellos, llego a dos conclusiones: por una parte, que se sabe todavía muy poco de este virus y, por tanto, no se sabe qué va a ocurrir mañana y, consecuencia de ello, los gobernantes no tienen ni idea de cómo va a ser la llamada desescalada. Por otra, que tras un descenso del número de contagios y muertes, no es en absoluto descartable una segunda oleada de la enfermedad. De aquí, me surge una pregunta: ¿Abrir los centros escolares en verano podría, quizá no provocar, pero sí favorecer mediante la propagación de los contagios esa segunda oleada en otoño?

Desde mi punto de vista estamos perdiendo un tiempo precioso en el debate del verano. Un tiempo que podríamos aprovechar en prepararnos para el inicio del curso en septiembre. Un inicio de curso que cabe la posibilidad de que deba ser no presencial. O un inicio de curso que sea presencial pero que se tenga que ver interrumpido por una segunda oleada o por otro virus. En este sentido, hay numerosos artículos y entidades internacionales (WWF, OMS, FAO€) que ligan la aparición y propagación de este y otros virus a la sobreexplotación de recursos naturales y a la agricultura y ganadería intensivas y que señalan que las pandemias cada vez van a ser más frecuentes, es decir, que han venido para quedarse.

Creo que en lugar de debatir sobre julio y agosto, sería más eficaz aprovechar estos meses para tratar de dotar a todo el alumnado, profesoras y profesores y familias de los medios y recursos suficientes para hacer frente a otra hipotética situación similar a la presente. Entre estos estarían, por supuesto, el acceso a internet de todos los hogares, así como la extensión del teletrabajo y la conciliación de la vida laboral y familiar en todos los sectores que sea posible. En este punto habría que incluir todo lo referente a la lucha contra la sobreexplotación de los recursos naturales.

No podemos quedarnos en el intento de librarnos de esta (el árbol que tenemos ahora) y desaprovechar esta experiencia para prepararnos y tratar de evitar futuros escenarios como el que estamos viviendo (el bosque).

El autor es profesor de Matemáticas y Economía en el IES Caro Baroja de Pamplona

Desde mi punto de vista cabría decir que la educación presencial nunca va a poder ser sustituida por una educación on line

¿Abrir los centros escolares en verano podría, quizá no provocar, pero sí favorecer una segunda oleada en otoño?