En estos momentos de crisis sanitaria, en los que nos aplauden todos los días sin excepción a las 20 horas desde sus ventanas, creo que es de recibo hablar de los profesionales sanitarios que trabajamos en centros privados. En dichos centros en los que se engloban (residencias, clínicas, hospitales…) trabajan profesionales que también están al pie del cañón. Sin lugar a duda, el mayor azote en esta crisis se lo está llevando la sanidad pública pero nosotros, también.Tengo 29 años, soy enfermera y trabajo en un centro privado. En mis años de profesión he tenido el privilegio de trabajar tanto en el ámbito público como en el privado. En todos los contratos que llevo a mis espaldas, me he encontrado siempre con profesionales extraordinarios. Ser enfermero no entiende de políticas, la base de nuestra profesión es la humanidad y por ello no puedo sentirme más orgullosa de desarrollar esta labor.Yo, como más de 30.000 profesionales sanitarios hasta el momento, me contagié ejerciendo mi profesión. He estado casi un mes de baja, he pasado una neumonía, lo he pasado mal… Nosotros también tenemos pacientes COVID-19 positivos, también tenemos familias esperándonos en nuestras casas, también nos ponemos los EPIS durante turnos interminables, también damos la mano a los pacientes que fallecen solos, también sentimos miedo. A pesar de lo que se cree, estamos peor pagados, trabajamos más horas al año, tenemos menos vacaciones, pero hay algo común para todos nosotros y es el amor por nuestra profesión. Damos una calidad asistencial y humana impecable. Por todo esto, en estas palabras quiero dar mi agradecimiento personal a todas y cada una de las instituciones que están luchando cara a cara con este bicho que nos aterroriza. Dejemos de un lado la política, la religión, la economía… estamos todos remando en la misma dirección (sanitarios, empleados de supermercados, bomberos, policías, servicios de recogida de basuras…). Reconocimiento también a las personas que están luchando en estos momentos por superar la enfermedad, a las que ya no están y no hemos podido despedirlas como se merecen y a sus familias por dar ejemplo de humanidad, valentía y resistencia. Para mí sois todos mis compañeros y gracias a vosotros ya queda menos para comenzar de nuevo. ¡Gracias, gracias y gracias!