n otro tiempo, añorado, y que parece que fue hace mucho, cuando no había hecho acto de aparición este maldito virus, los aficionados taurinos habríamos ya disfrutado de varias ferias taurinas como Valencia, Castellón, Sevilla, capeas populares y algún que otro encierro. En estos momentos estaríamos en capilla para poder disfrutar del ciclo isidril que en breve comenzaría, la Champions League del toreo.

Con la reciente suspensión de nuestros Sanfermines y otras ferias como la de Hogueras en la capital alicantina, nos planteamos en el escenario de una temporada en la que no vamos a ver ningún festejo más allá de lo que pudiera pasar en el final de año.

Para los aficionados de esta comunidad, y para el resto, la situación es desconcertante y desoladora. No vamos a disfrutar de lo que tanto nos gusta. No solamente las ferias donde se pueden ver a las figuras del toreo. Me temo que ningún pueblo de nuestra comunidad celebre festejos taurinos. Festejos, sea dicho, que en muchos de ellos son la piedra angular de sus fiestas patronales. Sin esas tardes de vacas y encierros, tan arraigados desde hace cientos y cientos de años, las fiestas son menos fiestas.

La situación se torna ciertamente complicada. Para nosotros, los aficionados, en su medida, y para el resto de actores que hacen de la tauromaquia un rico patrimonio cultural. Me refiero a toreros, banderilleros y picadores, empresarios, personal de plaza y todas aquellas personas que de manera directa o indirecta están alrededor y viven del orbe taurino. Pero especialmente quiero acordarme de los ganaderos. Y sobre todo los de nuestra tierra.

En Navarra hay unas 10.000 cabezas de bravo repartidas en 68 explotaciones. Una minoría de estos animales van para la lidia en plaza, y el resto se concentra en los festejos taurinos que se dan, la mayoría, en período estival. El año pasado, según el Departamento de Interior del Gobierno Foral, se autorizaron 1.591 espectáculos, entre los cuales están encierros, sueltas de vacas, toro con soga, concursos de recortadores, etcétera.

Si no se van a poder celebrar todos esos espectáculos, la situación para estos abnegados ganaderos se complica y mucho. No van a obtener ningún ingreso, y el perjuicio económico va a ser tal que muchos de estos animales van a acabar en el silencio de un matadero. Y podemos contemplar algo que nos daría mucha pena, y es la desaparición de alguna de las ganaderías, con todo lo que conllevaría esto para las familias y trabajadores que viven de ellas. Aparte de la desesperación moral que esto supone y ver cómo se pierde el trabajo de toda una vida.

Tras este escenario de cuasi apocalipsis para este sector, entre otros, las noticias que nos llegan desde Madrid en cuanto a líneas de ayuda para la tauromaquia son igual de malas. Desde la inexistencia de medidas de apoyo, siendo esto algo injusto, como que las plazas de toros podrían abrir con un espectador por cada 9 metros cuadrados. Inviable a todas luces para abrir una plaza y que se celebre una corrida de toros.

Ante este panorama, sin ayudas, y dejando de lado la tauromaquia como parte esencial del sector cultural y con propuestas, a nuestro juicio como aficionados irresponsables y difíciles de poner en práctica, por decirlo de modo comprensivo y real, se nos viene una temporada en blanco y catastrófica, con consecuencias graves en un futuro cercano.

Volviendo a nuestra comunidad, el hecho de la no celebración de los festejos taurinos deja pérdidas importantes para los municipios en los que estos se celebran. Cualquier tarde de vacas y encierro conlleva cierto dinamismo económico alrededor de esto. Me refiero a hostelería, alojamientos... Otro problema más añadido.

Y como aficionados, que como he dicho anteriormente salimos perjudicados, aunque nuestra pérdida sea de otra índole, en nuestra mano está que la tauromaquia se recupere y lidie este maldito virus. Y no queremos caer en actitudes egoístas y que se interprete que solo pensamos en ir a las plazas. Quede claro y vaya por delante, nuestra posición es que por encima de todo está la salud pública. Porque este es uno de los pilares de nuestra sociedad del bienestar.

Cuando todo esto vuelva, porque así lo vamos a intentar y entre todos lo vamos a conseguir, desde la Federación Taurina de Navarra os pedimos que volvamos a llenar nuestras plazas. Desde Pamplona a Tudela, desde Sangüesa a Fitero, desde Estella a Tafalla. Que volvamos a ponernos delante de las vacas y toros en las calles de nuestros pueblos, que vayamos en masa a Lodosa para ver el toro con soga, que acudamos a concursos de recortadores, que apoyemos la fiesta con nuestra presencia. Esto es algo ancestral y tan nuestro que no vamos a permitir que caiga.

Como presidente de este gran colectivo de aficionados no quiero dejar pasar la oportunidad de mandar un mensaje de ánimo y apoyo a ganaderos, empresarios, toreros, banderilleros y picadores, personal de plaza, trabajadores directos e indirectos y a todos aquellos que lo están pasando realmente mal o han perdido a seres queridos en esta crisis sanitaria que está golpeando de lleno nuestra sociedad. A éstos, nuestras más sinceras condolencias.

El autor es presidente de la Federación Taurina de Navarra