Si algo admiro de Patricio Martínez de Udobro es la minuciosidad con que describe detalles, allí donde le llevan sus paseos. Del cajón de los recuerdos, repasando recortes de DIARIO DE NOTICIAS, salió su visita al colegio Escolapios de Pamplona que guardé. Alguna manía hay que tener, siempre y cuando no sea nociva.Tengo motivos. A la edad de nueve años, estudié en dicho colegio, conocí en persona algunos de los que cita. El padre Joaquín, al que admiraba, no solo yo, le conocían en todo Pamplona. El padre Ebelio, creo que de Tafalla, la música era su pasión. Tocaba el órgano y, a la vez, dirigía el coro de cantores.Nuestra clase estaba asignada a San Martín. Pero el musicólogo, siempre en busca de voces, me pasó en el pasillo al oír la mía, preguntando desde cuándo tenía voz de barítono, de haberlo sabido, estaría en el coro. Ahí quedó la cosa de momento.Salvo que un día me oyó cantar. Aún recuerdo sus palabras con el rostro contraído por el horror: “Tú, no cantes en la vida. Puedes provocar catástrofes”. Jamás lo he olvidado. Tanto es así, que temí que el desastre que afectó a Tafalla y la Zona Media,lo hubiera provocado y me exijan responsabilidades. Aunque cante en la ducha, no creo que cause cataclismos como auguró. Es un decir.Mi paso por el San José de Calasanz en la calle Olite duró poco, apenas año y medio. Al siguiente, teniendo el curso de ingreso aprobado, sugirieron a mis padres cambiar de centro. Fui aceptado en Ximénez de Rada en la plaza de la Cruz para iniciar el Bachiller.Los curas siempre han sido persuasivos. Con el tiempo, al cabo de los años, llegué a la conclusión de que mi vocación no cuadraba con lo que preveían dado mi carácter. No me cabe ninguna duda.Guardo buenos recuerdos de las amistades que hice en ambos, que sigo manteniendo. Es una gozada saludar en la calle con quien compartí aprendizaje y diversiones. Ha llovido bastante, peino canas años ha, pero los recuerdos no se borran fácilmente. Salud para todos (en especial estos días de confinamiento).