En memoria de Enrique Ruano y Chato Galante.El Congreso acaba de aprobar una iniciativa, por la que se retiran las infames medallas concedidas a Juan Antonio González Pacheco, alias Billy el niño. Lo ha hecho con los votos afirmativos de PSOE, Podemos, ERC, Más País, Bildu, BNG… y la abstención del PP, cómo no, y el lógico voto negativo de la extrema derecha de VOX.A Billy le conocí al inicio de los 70 y durante las horas que estuve en sus manos entendí de qué pasta estaba hecho. Un sádico antidemócrata y fascista, que disfrutaba haciendo daño a quienes luchábamos por traer la democracia a nuestro país. Durante años, esa democracia que tanto odiaba le protegió, le ayudó, le ensalzó e incluso le premió por sus andanzas con varias medallas que no merecía. Ni siquiera la izquierda con sus mayorías absolutas fue capaz, no se sabe muy bien el por qué, de juzgarle y arrebatarle esos galardones que manchaban nuestra historia democrática. Eso a pesar de la lucha que desde sus víctimas desarrollamos pidiendo justicia, incluso teniendo que recurrir a la de otro país como Argentina. Todo fue imposible y acabó muriendo como consecuencia de un covid-19 justiciero en este caso, yéndose a la tumba con sus medallas.Afortunadamente este nuevo gobierno de las izquierdas ha atendido al fin nuestras demandas y el 11 de junio se convierte para sus víctimas, para las víctimas del franquismo en general, en una jornada histórica.Gracias en nombre de todas y todos, gracias a PSOE, Podemos, Más País, ERC, Bildu, y al resto. Una parte de la deuda queda saldada, aunque se fuera sin que se hiciera justicia. Esta tarde mientras escribo estas líneas, me invaden sensaciones contrarias, diferentes. Por un lado, la alegría de saber que hemos sido capaces de conseguir esta pequeña victoria, por otra, la amargura de que algunos como Chato Galante o Enrique Ruano no la han podido ver, o el dolor del recuerdo de aquellos oscuros días en la tétrica DGS, Dirección General de Seguridad, en manos de aquellos criminales de la BPS, Brigada Política Social.El ser humanos a veces tiene muy mala memoria, pero al menos en esta batalla por quitar esos galardones que no merecía a Billy el niño, hemos tenido la oportunidad de recuperar esa parte de nuestra historia y que otras generaciones hayan conocido nuestras vivencias.Esta democracia de la que disfrutan no llegó por ciencia infusa, costó mucha sangre, sudor y lágrimas. Las que provocó gentes como Billy. Aunque solo sea por eso, ya vale la pena el esfuerzo.