Tenemos una mala situación. La pandemia ha ocasionado muchos muertos y la crisis económica provoca paro y pobreza. Especialmente los jóvenes están más expuestos: la enseñanza se ha impartido en gran medida de forma no presencial; no pueden mantener con normalidad las relaciones sociales, tan necesarias en esa época de su vida, y encuentran además una falta de perspectivas. A todo ello se suma la crisis climática, de la que muchos no quieren saber porque es un problema demasiado grande. En un contexto así lo que se necesita es que la gente perciba que los políticos realizan un esfuerzo común (sin descartar, claro está, sus lógicas diferencias).En lugar de eso, Isabel Díaz Ayuso convoca elecciones en la Comunidad de Madrid utilizando el lema comunismo o libertad, o el hasta ahora viceprisente del Gobierno de España, Pablo Iglesias, anuncia que concurrirá, añadiendo que hay un riesgo de "Gobierno de ultraderecha con Ayuso y con Vox". Parece como si estuviéramos en vísperas de julio de 1936. Añadir crispación de forma artificial siempre resulta peligroso, pero aún más en momentos tan delicados como estos. Sería bueno que los políticos que puntúan alto en agresividad obtuvieran malos resultados en las urnas, sin ir más lejos este mismo 4 de mayo en Madrid. Por otra parte, los partidos políticos no deben ser monolíticos. Beneficiaría a las respectivas formaciones que otros cargos del Partido Popular o Unidas Podemos rectificaran este tipo de declaraciones e hicieran un llamamiento a la cordura. No nos debemos acostumbrar a la agresividad porque, en caso contrario, la dinámica de enfrentamiento seguirá incrementándose.