Cuando Barcelona atiende a posicionarse en "el desarrollo sostenible de las ciudades a través de las nuevas tecnologías digitales" quiere hacerlo a escala global. Cuando Barcelona agrupa tres importantes entidades, entre ellas Barcelona Tech City para conformar un polo de innovación urbana -con la creación del hub correspondiente- quiere ser "el polo más importante del sur de Europa". Cuando el nuevo hub pueda integrarse en redes como la Fab Lab Network, la red de conferencias y exposiciones de colegios profesionales y nuevas redes de ámbito estatal e internacional irá con vocación de aportar iniciativas y no la de dejarse llevar a remolque. Barcelona-Catalunya tiene un capital-inteligencia dirigido a la innovación, investigación y desarrollo que traspasa la piel de toro, que no quiere ni necesita depender de Madrid, que busca destacar su proyecto de futuro, o mejor, del presente más adelantado, como región sur de Europa, como referencia internacional con nombre propio. Con base industrial sólida, con personalidades catalanas emprendedoras repartidas por los cinco continentes, cuentan con el encofrado y con el andamiaje de unas asociaciones cívicas tan atentas a estas realidades como distraídas respecto a tópicos que consideran sin impronta local. Un pueblo que rechaza injerencias externas en su modelo educativo y cuya interculturalidad quiere estructurarse en base a su plan nacional.