Hay enfermedades que no se pueden ocultar. Una de ellas es el párkinson, sobre todo en las personas que temblamos. No tod@s lo hacen. La persona enferma ya tiene bastante sufrimiento para que, además, haya desaprensivos que empeoren su situación.Eso es lo que me sucedió a mí el pasado miércoles: Desde la Asociación Anapar, para celebrar el Día del Párkinson, organizaron dos conferencias en Civican. A pesar de lo interesantes que fueron, en un momento dado, debido a la medicación y a la mala noche que había pasado, yo me dormía. No quería perderme lo que se estaba diciendo porque era sumamente esperanzador, pero el sueño me vencía. Salí a tomarme un café y pedí que me lo pusieran para llevar. El bar estaba en la acera de enfrente de Civican. Al volver, por el paso de cebra con el semáforo en verde, me crucé con un hombre de mediana edad. Al juntarnos en el centro me dice: “Señora, si bebe no salga de casa que le puede pillar un coche”. No le contesté nada, para mí, en ese momento, era más importante la conferencia. Más tarde pensé: ¿si fuera yo hombre, me habría dicho algo? No me lo imagino diciendo: señor si bebe… No, no lo habría hecho. Es una falta de respeto intolerable. Pues bien, señor anónimo, si por casualidad lee esta carta, sepa usted que a su descaro se une una total falta de empatía, de educación, de solidaridad. Si vio que yo iba mal (daba pasos inseguros y temblaba el café en mi mano), podía haberme preguntado si necesitaba ayuda. En todo caso, no decir nada que pudiera molestarme. Si escribo esta carta no es con la esperanza de que usted pida disculpas, sino para invitar a todo el mundo a hacer una reflexión sobre este tema. Es mucha la incomprensión de la sociedad y muchos los casos en que debemos mejorar. Firmamos esta carta varias personas de la asociación en solidaridad con la compañera afectada.