Qué alegría comprobar que se puede celebrar un partido de baloncesto profesional para más de 1.200 personas en un recinto cerrado, el Navarra Arena, y no pasa absolutamente nada, con personas agrupadas sin necesidad de ese metro y medio de distancia entre individuos que sólo se exige en casos muy concretos.Esto no debiera ser noticia desde hace tiempo. Quien esto escribe cree firmemente que estas condiciones ya se tenían que haber probado el año pasado, pero resulta increíble que al día siguiente del baloncesto la plaza de toros de Peralta acogiera un festejo taurino, obviamente al aire libre, con un aforo máximo de 400 personas y una separación entre espectadores que no se da ni en el encuentro deportivo del Navarra Arena ni en otros eventos de la Comunidad Foral salvo el fútbol regional (otro sector mirado con lupa).Las reglas de juego no pueden ser tan diferentes para unos y otros, el agravio comparativo es evidente y no se puede jugar con el ánimo de las personas que viven de este tipo de espectáculos. Hace falta trabajar, hace falta seguir alimentando a los animales cada día, y por supuesto mantener a las familias que han hecho de la ganadería y la fiesta brava su modo de vida (como si las facturas y gastos familiares se pagasen solos con dinero llovido del cielo). Y todo esto se pide, incluso se exige, cuando no hay argumentos sanitarios que impidan celebran muchísimas actividades al aire libre. Incluidas las sueltas de vaquillas en las calles, que no tiene ningún sentido el esfuerzo de ganaderos, Departamento de Interior, Federación de Municipios y Concejos e incluso técnicos del Departamento de Salud del Gobierno de Navarra para elaborar un protocolo de celebración para que alguien lo deje en un cajón, pendiente de firma, esperando tiempos a su entender mejores para llevarlo a cabo. “No toca”, “se da un mal mensaje a la sociedad”, “es que incita a otras cosas”, excusas de gobiernos que utilizan el concepto de salud para ejercer un muy mal entendido control del bienestar de la sociedad, sociedad por cierto con grupos cada vez más cansados con las restricciones que ha provocado la crisis sanitaria del covid-19 y que, ante la falta de actividades de ocio ha optado, cada vez más, por hacer su vida al margen de las normas, con el perjuicio que eso provoca en la lucha contra la presencia de este maldito virus. Hace falta trabajar y, sobre todo, dar oportunidades para ello, que un virus no sirva de excusa para destruir sectores que tanto nos han hecho disfrutar y dar sentido a muchas vidas. A quienes corresponda revisen de una vez los aforos de los espectáculos al aire libre, ya se perdió el 2020, que el 2021 no se vaya de nuevo por el matadero, los despidos o ceses de negocios.